VOCACIÓN Y PROFESIÓN

VOCACIÓN Y PROFESIÓN

(EB-17 mayo 2010)

“Vocación”,es una palabra que cayó en desuso cuando los padres empezaron a influir” sugiriendo” la profesión que el hijo(a) debe seguir. Entonces, la vocación se convirtió en obsoleta y confundió totalmente a los jóvenes. Algunos padres obligan a los hijos a estudiar lo mismo que ellos para aprovechar la infraestructura, la biblioteca y otros bienes propios de su profesión. No importa si el hijo tiene vocación para ella. Lo que se convierte a la larga en un lastre para quien no gustando de esa actividad, termina haciendo otra. Hay padres, que permiten al hijo(a) seleccionar entre un ramillete de profesiones, la que él desea seguir, qué es lo más inteligente.

Decidido por la actividad que profesionalmente quiere desempeñar, el joven inicia sus estudios con la seguridad que en unos años será destacado en la misma. Es lo ideal. Pero no siempre es así. Cuando fui joven era perfecto ingresar a un instituto armado, había la vocación real para servir a la Patria. Hoy esa vocación y ese servicio suenan a utopía. Los jóvenes también se dejan llevar por la moda. En los 80’ fue el boom de “Turismo y Hotelería” y las carreras de “Diseño”, después vino “Computación”, ahora es “Gourmet”, “Bartender”, “Chef”, y vamos camino a “Peluquería, estilistas” y otros en el rubro de la belleza, etc. Y están las profesiones que siempre han atraído a otro tipo de estudiantes: derecho, ingeniería, economía, contabilidad, comunicación, periodismo, etc.

La pregunta va más allá de la profesión… ¿estudian realmente la carrera que el Perú necesita?, ¿hay suficiente solicitud de profesionales en esa especialidad?, ¿son buenos los sueldos u honorarios que se pagan por ejercerla?...o terminaré de ingeniero, abogado, o comunicador realizando otra actividad? Cuidado que hay un tiempo para estudiar, y otro posterior para producir. Cuando llega este segundo tiempo, ya estás al borde de los 30 años y naturalmente deseas independizarte, formar una familia, tener lo tuyo, etc.….y de no ser así vas camino a la frustración, la depresión y el marginamiento dentro de la sociedad.

La mejor profesión es la que le elige cuando se tiene las actitudes y aptitudes para desempeñarse en ella. Cada día del resto de nuestra vida debemos sentirnos contentos de haberla estudiado y saber desempeñarnos en ella con eficiencia y gratitud. Seremos capaces de evitar contratiempo en nuestra hoja de vida y podremos sonreír adquiriendo conocimientos para estar plenamente siempre actualizados.

No se trata tampoco de denigrar la profesión que hemos logrado. No se puede ser abogado para terminar coimeando con los litigantes. Ni ingeniero civil para ver morir a los trabajadores por no tomar las medidas de seguridad obligadas. No pretendamos ser administrador, sino tenemos los medios para crear empresa, porque creo que estaría en cierto grado de locura quien llama a un extraño para que administre sus bienes. No puedo ser médico para dedicar mi juramento hipocrático a situaciones aborteras, dejando de lado la misión sublime de salvar vidas.

Punto aparte merecen las profesiones en las que interviene la individualidad en su más pura esencia: maestro, sacerdote, psicólogo, asistente social, etc. Hay un mundo de cruzada en la educación que no podemos obviar. Están al servicio de y no servidos de ellos. Igual con las clases cultas, y con las no cultas. El maestro debe educar con el ejemplo, igual el sacerdote y los otros. Ninguno puede exceder las normas de comportamiento amenazadas en estos últimos tiempos por la informalidad, la pedofilia, y la celebración de inmoralidades.

Una sociedad que se mantiene organizada, sabrá respetar a cada uno de sus trabajadores, profesionales, técnicos y esta interminable pirámide de ocupaciones que ameritan respeto de parte de todos. Creo no equivocarme cuando aconsejo dejar de lado una actividad como las tratadas hoy, lejos de la aventura, el riesgo, la doble cara, la indiferencia o el enriquecimiento ilícito. Una sociedad permanece inalterable en sus valores, cuando derribando los alocados comportamientos individuales, nos permite cada cual ser y desempeñar en lo mejor su trabajo, respetando la tarea de todos y cada uno de sus integrantes.

Las instituciones que forman a estudiantes, tienen la responsable vocación de no engañar el proceso conductual y educativo de quienes ingresan a ella con las más hermosa ilusión, creyendo en sus dotes personales. Una institución educativa debe ser supervisada por un ente estatal que la obligue a no desvirtuar los sueños de tantos jóvenes, permitiendo el ingreso a quienes no están facultados para la carrera elegida, sólo por razones económicas de interés de la institución. Sólo así, nuestro país encontrará la capacidad mejorada de profesionales exitosos, cuya vocación ha encontrado finalmente la culminación de tantos sueños.