(EB- abril 2008)
El sonido rompe siempre el silencio.
Está allí en la piedra, la flora y la fauna,
en las aguas, el vuelo de las aves,
el reloj que mide el tiempo,
en las entrañas de la tierra,
en los habitantes del cielo.
Está en los latidos del corazón del hombre,
en su llanto, su risa, sus gritos, su canto,
en los aplausos, los brindis, las quejas,
en su historia, su arte, su poesía.
El sonido es la vida plena, el resto
es la soledad del silencio
o el silencio maravilloso de la soledad.
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