EDUCACIÓN Y CULTURA

EDUCACIÓN Y CULTURA
(EB- 1 de diciembre de 1996)

Francis Bacon decía “La mente es el hombre y el conocimiento de la mente. Un hombre es sólo lo que sabe”…y Pascal añade: “El corazón tiene razones que la razón no entiende; mil cosas lo demuestran”, entre otros, nuestros instintos religiosos y creadores.

Debemos creer que la única esperanza de cambio para el mundo es ese proceso de formación física y mental que llamamos EDUCACIÓN, pero tan ambiguo como definir esta palabra, resulta definir la palabra ARTE. Sin embargo, el mejor concepto que podemos emitir sobre ambas, es aceptar una fusión total de ambos conceptos, de manera que cuando hablamos de arte, nos referimos a un concepto de educación, de crianza; y cuando decimos educación, debemos denotar un proceso artístico, de creación propia.

Como educador observo el proceso desde fuera; así como artista, miro el mismo proceso desde dentro; ambos procesos integrados crean al hombre total, el hombre real.

En todos los países del mundo civilizado, actualmente se educa para promover la inteligencia y la industriosidad, para asegurar el progreso. se brinda a los instintos agresivos magnífica oportunidad de descargarse, pero contra los demás seres, en una despiadada lucha por conquistar puestos en una sociedad cada vez más materializada y banal, diría hasta deshumanizada, pero menos intelectualizada y espiritual.

De todas las expresiones del hombre, la más íntima, la más subjetiva, la más propia, es la expresión del arte. Pero la perfección del arte debe resultar de la práctica, de la disciplina de las herramientas y los materiales de trabajo, de la forma y la función. Siempre creo que es un gravísimo error delimitar el mundo del arte y apartarlo de la vida misma. Creo que es un error confinar la enseñanza del arte a la apreciación de este, pues ello implica una actitud demasiado indiferente. Creo que el arte llega por contagio y se propaga como el fuego de un espíritu a otro, de un hombre a otro.

El verdadero objeto de la EDUCACIÓN, igual que el de otro proceso moral, es la generación de la felicidad. Pero la felicidad es cosa individual. Es la madurez de cada fruto: el grado máximo de maduración, de sabor, de fecundidad. El fruto pende de un árbol, y aunque no todos los frutos maduren, exactamente al mismo tiempo o a la misma medida, la madurez general de ese árbol muestra su estado de salud. En la sociedad, los intereses de los individuos están entrelazados y no pueden separarse. Los hombres debemos a ayudarnos mutuamente. En otras palabras, la ayuda mutua es uno de los factores de la felicidad individual, y estas dos facetas de la existencia del hombre son interdependientes. La EDUCACIÓN, es el proceso por el cual se ha de llegar al armónico equilibrio de ambas.

Modernamente, los medios de comunicación pueden y deben educar a través de una orientación apropiada y hacer crecer dentro de una sociedad, una opinión
necesaria para el encuentro de esa felicidad que todos buscamos a través de la cultura. El distanciamiento establecido simuladamente entre la Iglesia y el Estado, en algunos países de Latinoamérica, obligaría a ésta a manejar sus propios medios de comunicación. La Iglesia persigue un fin espiritual, el Estado un fin necesariamente material. La materia y el espíritu no encuentran en nuestra época una manera de fusión, ya que los intereses de grupo merman la unificación. Añado que de mediados del siglo XX, la relación Iglesia -Estado se ha deteriorado enormemente en muchos países del mundo, y en varios se ha roto, ha colapsado.

El derecho de Dios sobre el mundo es anterior y superior a cualquier derecho del hombre. El fin de los hombres, deberá ser respetar y enseñar a los nuevos usuarios, ese respeto a la propiedad divina. Los medios de comunicación de la Iglesia, deben y deberán enseñar a los hombres, el valor de lo espiritual, de lo cultural, dentro de una educación a través de los medios, ajena a la teatralidad, exageradas expresiones de fe, que conducen el propósito y la fe cristiana a campos del espectáculo.
El diálogo de la Iglesia dentro de un mundo moderno deberá ser honesto y ceñido estrictamente a los cánones de la verdadera y primigenia moral cristiana. De esta manera, los medios, presentarán la información y establecerán las pautas para la cultura de masas con equidad.
La Iglesia deberá ilustrar a los nuevos comunicadores sociales, sobre asuntos más que importantes para conocimiento, no sólo de éstos, sino del pueblo católico en su totalidad: la liturgia, la historia, las instituciones, la labor pastoral y misionera, la educación en todos sus niveles, los propósitos espirituales que dejó Cristo en sus enseñanzas doctrinarias, y por qué no la catequesis, los sacramentos, las virtudes, la filosofía y otros conceptos que harán comprender al hombre del siglo XXI, que FE no solo es creencia en algo, aunque no lo confirma la experiencia o la razón, sino que la FE, se nutre del conocimiento del hombre y sus potencialidades y limitaciones, y de los aportes importantes de su mente y su corazón.

Los católicos, a pedido de Juan Pablo II, debemos expresar nuestra fe a través de nuestras cualidades, en nuestro campo de desarrollo profesional. De esta forma lograremos llegar a un público mayoritario. En otras palabras, debemos convertirnos en líderes, aprender a manejar y recordar cada día que Iglesia somos todos y cada uno de nosotros.
Bajo la organización social sustentada en los grupos primarios, los principales medios de formación de opinión eran la conversación y el intercambio entre el orador y su auditorio. A través de estos medios se difundían las noticias, los rumores, murmuraciones, juicios de líderes y discusiones sobre los problemas locales. Donde quiera surgieron los gobiernos centralizados se desarrollaron centros urbanos, la difusión de las noticias y los medios de comunicación se volvieron más complejos y en cierta medida indirectos. Con la invención de la imprenta y más tarde el telégrafo, el teléfono, la radio, la formación de opinión se hizo claramente indirecta y quedó sujeta a una cantidad más variada de influencias. En nuestra moderna sociedad de masas, con su acentuada división del trabajo, su producción y distribución mediante máquinas, la movilidad de sus poblaciones y bienes, sus grupos de intereses especiales y sus relaciones atomísticas, la formación de la opinión depende sobre todo de la prensa, la radio, la televisión y el cine. Estos medios participan en la elaboración de los modernos mitos y leyendas, a la vez que nos incitan a la acción. Resulta muy difícil determinar hasta qué punto los medios de comunicación alteran realmente las actitudes y acciones de la gente. Se afirma con frecuencia que la gente lee, escucha y ve sobre todo aquellas cosas que está dispuesta a aceptar. Sin embargo, los medios han aprendido de manera sorprendente a bombardearnos con imágenes y textos que desdicen de la real función educativa y culturizante que deben cumplir.

Parece ser que la desmitificación y desacralización, es un factor más que importante por cumplir en muchos medios de comunicación actuales. Sin embargo, creemos y pensamos que como católicos, nuestra misión es utilizar los medios de comunicación para fortalecer nuestras tradiciones culturales, religiosas, patrióticas, familiares dentro de un orden estrictamente moral y contemporáneo.

Ortega y Gasset en su obra “La Deshumanización del Arte”, dice que a partir del movimiento impresionista francés, el arte de “deshumanizó”, es decir, dejó de ser propio del lenguaje y entendimiento familiar, buscó las formas complejas, abstractas, subjetivas y brindó libertad a los artistas-creadores para establecer en su resultado final, la obra de arte, con su expresión propia, personal.
Con los medios de comunicación, a mi personal manera de ver y analizar está sucediendo lo mismo. Siendo de alcance masivo, el uso de los diferentes lenguajes: escrito, visual, sígnico, gráfico, semiótico, plástico, musical y otros…pretenden emitir conocimientos que escapan y enfrentan la educación de la Escuela, la formación del Hogar y la vida de Familia.
A ustedes jóvenes comunicadores católicos me dirijo para pedirles que encuentren en vuestra tarea profesional cotidiana la manera de poder congeniar y fusionar todos estos conceptos culturales, religiosos, morales, políticos y sociales, dentro de un lenguaje familiar que llegue a todos y cada uno de los seres humanos creyentes o no, de esta manera se cumplirá los conceptos y metas del verdadero cristianismo.

(Charla dictada para la “Renovación Carismática Católica” del la Arquidiocesana de Lima, en el auditorio de la Parroquia San Antonio de Padua de Jesús María, el 1 de diciembre de 1996)