Con Fernando Belaunde, nuestro ex presidente constitucional se va una importante página de la historia. Hombre probo, creyente, y demócrata, expresó en cada momento su amor por el Perú. Pero ese profundo amor no quedó en él, sino que nos enseñó a todos los peruanos a amarlo también. Y cómo no decir que ese sentimiento lo llevó a recorrer cada pueblo, cada río, cada villorrio. A su muerte, todo el país estuvo allí, los humildes que llegaron de los más remotos lugares, los agradecidos por leyes y obras, los amigos y los familiares para darle el postrer adiós a quien no se sirvió el cargo público para enriquecerse , sino para vivir con la modestia franciscana de un ex mandatario. De sus dos gobiernos nos queda la docencia de un ilustre personaje del siglo que le vio nacer, el penitente defenestrado por un gobierno militar, el soberano que soñó con un Perú libre de ataduras, el patricio que nadie duda en reconocerle sus dotes de gran político.
Su última morada luce el verdor que el pensó debería ser nuestro territorio, como un símbolo creado por la lampa de su partido. Ahora nos corresponde vivir recordando a esa persona que llevó la carretera a las alturas más remotas; surcó los mares, ríos y lagos ; a caballo o a pie, bajo la lluvia torrentosa y el calor insoportable, allí estuvo Fernando Belaunde para llevar no sólo la palabra, no sólo el aliento, no sólo su presencia física, sino la obra realizada por los mismos moradores a través de su programa “Cooperación Popular”. Su lema “el pueblo lo hizo”, manifiesta de cómo los peruanos debemos aprender de sus palabras permanente en generaciones, que el trabajo es una lección de vida, cuando dignifica al ser humano y engrandece la Patria entera. El humanismo de Fernando Belaunde, establece la distancia con otros gobernantes que dirigieron las riendas del país en la etapa republicana. Expresa en sus palabras pero también en su vida, su respeto por la democracia, la concertación, el perdón al enemigo, la ayuda al pueblo de los desposeídos, el club de madres para asegurar la alimentación de los que siempre menos tienen . Por sobre todas las cosas cada gobierno de Fernando Belaunde, puso de manifiesto su profesión de arquitecto al construir grandes complejos habitacionales en todo el país, concretando el sueño de la casa propia.
Hoy cuando todavía el aroma de las flores invade el “Campo Fe” de Huachipa donde descansan sus restos junto a su amada Violeta Correa su flor preferida, miles de peruanos venidos de todas partes del país le rinden respetuosamente el culto que el sabio pueblo sólo sabe rendir a los hombre modelo de virtudes.
Su última morada luce el verdor que el pensó debería ser nuestro territorio, como un símbolo creado por la lampa de su partido. Ahora nos corresponde vivir recordando a esa persona que llevó la carretera a las alturas más remotas; surcó los mares, ríos y lagos ; a caballo o a pie, bajo la lluvia torrentosa y el calor insoportable, allí estuvo Fernando Belaunde para llevar no sólo la palabra, no sólo el aliento, no sólo su presencia física, sino la obra realizada por los mismos moradores a través de su programa “Cooperación Popular”. Su lema “el pueblo lo hizo”, manifiesta de cómo los peruanos debemos aprender de sus palabras permanente en generaciones, que el trabajo es una lección de vida, cuando dignifica al ser humano y engrandece la Patria entera. El humanismo de Fernando Belaunde, establece la distancia con otros gobernantes que dirigieron las riendas del país en la etapa republicana. Expresa en sus palabras pero también en su vida, su respeto por la democracia, la concertación, el perdón al enemigo, la ayuda al pueblo de los desposeídos, el club de madres para asegurar la alimentación de los que siempre menos tienen . Por sobre todas las cosas cada gobierno de Fernando Belaunde, puso de manifiesto su profesión de arquitecto al construir grandes complejos habitacionales en todo el país, concretando el sueño de la casa propia.
Hoy cuando todavía el aroma de las flores invade el “Campo Fe” de Huachipa donde descansan sus restos junto a su amada Violeta Correa su flor preferida, miles de peruanos venidos de todas partes del país le rinden respetuosamente el culto que el sabio pueblo sólo sabe rendir a los hombre modelo de virtudes.
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