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lunes, 15 de junio de 2009

REFLEXIONES DE TERCERA EDAD


REFLEXIONES DE TERCERA EDAD
(EB-14 de junio de 2009)





Siempre he sido un preocupado del tiempo, sin decir por ello que haya cultivado como virtud la puntualidad. Pero el cronogramar, el saber qué haré cada día, de cada mes y cada año, es algo que diciéndolo bien, me ha robado y me sigue robando hasta el sueño.

El tiempo no pasa, se queda. Se queda en las ciudades, los edificios, las calles, las cosas…pero lo más grave…se queda en la gente. En nosotros, seres humanos aún. Se queda y se marca. El tiempo olvida, así como al excavar en un lugar los arqueólogos descubren ciudades olvidadas, ocultas, secretas, que el hombre por alguna razón inexplicable guardó.

El tiempo es la utopía de nuestros sueños, como la felicidad que existe, pero se esfuma tan pronto llega y empezamos a disfrutarlo. Se va y sigue el dolor. Y la vida es pausa entre lo uno y lo otro. Eso me recuerda el “Komos” espectáculo del teatro en la Grecia clásica. Conocieron la tragedia y la comedia como géneros teatrales, pero no el drama. De otra manera analizada, los griegos veían la vida muy alegre o terriblemente triste. Por ello sus relatos que lindan en lo imposible e inaceptable de la muerte en cada lección teatral que contagia a la historia misma. La vida es un drama que representamos todos los días en el gran teatro del mundo. La sociedad es, los espectadores para aplaudirnos o abuchearnos. Cuando llega el momento, debemos aprender a actuar como soñaba Aristófanes, Esquilo y otros.

El tiempo marca nuestro rostro por dentro y por fuera. Nuestros odios, rencores angustias, envidias, necesidades, ausencias, esperas, olvidos nuestros, pero también de los otros. Va tallando en nuestro rostro y nuestro cuerpo el estigma de la desazón de haber vivido negativamente. Sin embargo, la indiferencia es lo más pecaminoso en el tiempo, cuando somos indiferentes ante el dolor y la necesidad ajenos. Cuando buscamos en lo banal, en la sobrestimación propia con daño a los demás. Cuando hacemos zapping a la escena que partiéndonos el alma, la obviamos por nuestra comodidad. El tiempo y el espacio son como la trama y urdimbre de un telar, corren en direcciones diferentes, pero se van uniendo para obsequiarnos la belleza de un tejido.

Nada sorprende tanto para satisfacción personal como el recuerdo y agradecimiento de todos los que alguna vez escucharon mi clase, mis enseñanzas y consejos, o estrecharon mi mano seguramente acompañado de un abrazo, un beso o ambos.

El problema con el tiempo no está en las arrugas o marcas que aparecen y se quedan en nuestro rostro y el cuerpo. El problema es el de muchos que llegada la tercera edad, no encuentran un espacio donde sigan desenvolviéndose con lentitud tal vez, pero expresando hasta el final su talento, sus ideas, sus consejos sabios. La dificultad está en la atrevida carrera que significa luchar contra el tiempo, cuando nuestras energías van muriendo, y peor aún no se ríe, permanecemos enfermos y no encontramos estímulo de ninguna parte….porque el maltrato al cuerpo pasa su factura al fin….

Reír, estar acompañado de grupos de amigos y familia, disfrutar de la sinceridad de su presencia…es el secreto para envejecer con dignidad y respeto. Evitar el encerramiento cultivado por la depresión, salir, visitar, volver a reír…es una buena manera de continuar viviendo…..siendo fiel a nuestros principios, humano en nuestros sentimientos, maestro confidente hasta el final….

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy paseandome por su blog. Es una hermosa entrada. Escrita con el ritmo que da la nostalgia, la experiencia y tambien los años. el haber visto partir a los nuestros y ver como la vida es absoluta en pasar facturas.
cuénteme, ¿qué lo lleva a escribir?
saludos
LB