SOBRE COSTUMBRES Y COSTUMBRES
(EB-Lima-Set.2008)
Hoy es domingo. Esos días que se convierten en aburridos cuando no planificas lo que deseas hacer. No es mi costumbre salir a pasear por parques o alamedas. Tampoco hacer visitas inesperadas, ni recibirlas. Nunca es tan odiosa una visita, como cuando alguien te cae a casa a cualquier hora, de cualquier día, de cualquier mes, de algún año, para visitarte sin aviso previo. Parece que es un deporte peruano, llegar en el momento menos esperado, como sorprendiendo al dueño de casa para incomodarlo por el resto de su existencia.
Mis padres no solían reunir a toda la prole para salir a almorzar a algún lugar, pasear por lugares públicos con aglomeración de gente, ni sentarse en una banca de un desconocido o conocido parque de la ciudad, para mirar musarañas.
Uno suele hacer lo que hereda de los padres en cuanto a costumbres. Las costumbres se trasmiten de generación a generación, como una tradición. Algunas tradiciones se pierden porque copiamos inmediatamente lo que viene de afuera, sin analizar la razón de…, o el por qué?
Recuerdo que era un profesor joven que aún estudiaba arte, y mis alumnos de un colegio privado de Lima empezaron a usar colgada del cuello una hoja de afeitar de dos filos. Para entonces los artesanos peruanos (también sin saberlo) fabricaban estas hojas de afeitar de diversos metales. Finalmente, un día les pregunté a los chicos qué significaba el uso de ese objeto, y nadie me supo responder. Preocupado porque no debiera imitarse lo extranjero (=extraño) sin saber su simbología….les expliqué que esas navajas se usaban en el ambiente homosexual (=gay) que quien la usaba indica durante el acto sexual que actúa de pasivo y activo a la vez. Naturalmente, mi explicación causó sorpresa en los incautos jovencitos. Con los años he aprendido, sin que me llame la atención, que las modas que adoptan los jóvenes, y en particular los que son mis alumnos, en el uso y costumbre de signos y símbolos que llegan de fuentes foráneas, se están imponiendo de forma alarmante en nuestros países, y que nos llaman tercermundistas.
Ya no me extraña: que se rapen el cabello, dejarlo crecer en exceso, hacerse tatuajes, colocarse pierseng, perforarse las orejas, la lengua u otros lugares del cuerpo (que no viene al caso nombrarlos). Engomarse los cabellos, aumentarse con silicona u otro líquido extraterreno las mamas, el pecho, los glúteos, etc. Tampoco el pintarse labios, ojos y uñas de color negro, jalarse los pelos laqueados hacia la cara o usar lentes totalmente oscuros en plena noche…menos me llama a mirar a quienes usan ropas excesivamente ceñidas, o remaches y broches metálicos en todas ellas, hacerse rapados y teñidos multicolores en la cabeza, o trencitas de diferente origen. Y cuando llega el invierno un polo sobre otro polo, sandalias sin medias, polos sin mangas, etc.
Lo que sucede es que con el tiempo, ciertas costumbres familiares que conservo, me hacen ver a los otros como extraños…sin pensar que en un mundo tan cambiante y loco como el que vivimos…los locos somos los que ya pasamos de 50 años…pues hemos recorrido medio siglo de la existencia, y no nos hemos “actualizado”….porque es mejor vivir en el pasado…..Lo que me llama a filosofar, es que cuando los jóvenes se van haciendo adultos y postulan a puestos de trabajo, aprenden a usar corbata, traje, ternos, zapatos y medias de vestir…y entonces comprendo que se inicia su recorrido a la “normalidad” o su retroceso, o a su ingreso lamentable de la “Tercera edad”…..
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