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domingo, 2 de octubre de 2011

HISTORIA DE UNA INTEGRACIÓN EDUCATIVA




HISTORIA DE UNA INTEGRACIÓN EDUCATIVA

(EB-19 febrero 2011)




Empezó su vivencia en una casona frente al mar en Malecón Balta 780, en el residencial e histórico distrito de Miraflores, en la capital del Perú. Allí donde terminaba la ruta y los tablistas bajaban a la playa para surfear, las parejas a compartir sus sueños en el Parque del Amor, y los jóvenes estudiantes entregaban su tiempo full day para tomar lecciones de materias vinculadas al diseño y al arte. Sí al diseño, que ocupaba su vida mental, su sensibilidad naciente y la magia de un grupo de profesores que brindábamos la posibilidad de ser precursores del profesionalismo en la publicidad, el diseño y la creatividad plena.



Llegué invitado por Mario Villavicencio, quien estaba en la busca de un artista del batik (técnica de teñido de telas, papel y cuero) que hacía noticia en la televisión y los medios de la época. Era agosto de 1985, y el Instituto Toulouse Lautrec era nuevo en el medio y pionero en las carreras que ofrecía. El Ministerio de Educación había realizado una acostumbrada supervisión y sugería un profesor de Historia del Arte para la institución. Fue así cómo el señor Villavicencio, encontró al artista y al profesor Enrique Bustamante.



Al principio éramos pocos, seguramente no llegábamos a 200 alumnos y 40 profesores. De la época recuerdo a Mónica Prochaska, Sabrina Pizarro, Rosa Madalengoitia, Alfonso Blume, Luis Tokuda, Jaime Vásquez, Luis Torrejón, Carlos Rodríguez, Tomás Arellano,Mary Ann Fretcher y otros. Actuaba como secretaria o una especie de ama de llaves la s distinguida señora Chela, y ayudaban en el manejo de documentos, matrículas y otros no más de 4 personas. Todos nos conocíamos, nos respetábamos, nos saludábamos y acudíamos al kiosco dentro de Toulouse y fuera de él donde se ubicaba el recordado Benito (”bendito”). Allí guardaba los documentos que dejaban “empeñados” los célebres directores y gerentes de las más prestigiadas agencias de hoy, cuando eran estudiantes y los soles escaseaban. Si bien es cierto vivíamos un mundo real como personas, celebrábamos otro más agradable mundo, el creativo. Disfrutábamos de la concurrencia de invitados y padres de familia a las exposiciones de final de ciclo (“Imagen”), y las ocurrencias nones santas de los chicos en la Semana de Aniversario. Los pequeños y naturales círculos de estudiantes y profesores, eran evidentes, pero no cerrados. El trato con los promotores (Luis Deza, José Antonio Guinea y Mario), era normal en el alumnado, con una concepción dentro de lo amical e intelectual.



Recuerdo claramente cada paso que dio la institución para adquirir la última tecnología y aplicarla en las aulas, la adquisición del mejor profesional en tal o cual materia para traerlo y ganábamos todos con su presencia y su enseñanza. Eran “Macintosh” las primeras computadoras que se trajeron, y fueron evolucionando hasta las que hoy poseemos. Muchos alumnos se quedaban de “sol a sol” encerrados en las aulas para avanzar sus trabajos en las “compu”. Había asignaturas que ya no se dictaron más: letras, aerografía, etc. Se añadió otras más actualizadas, y la población toulusiana empezó a crecer. Un día tomamos una casona a la vuelta en la calle Grau y allí se dictaban clases teóricas. Posteriormente, se tomó la famosa Casa Dasso de Barranco y allí hasta funcionó una Escuela de Arte, que no alcanzó el éxito esperado. En Balta teníamos una cafetería que mirada hacia la “Rosa Náutica” y donde disfrutábamos del rojizo sol cada tarde de verano, cuando los tablistas regresaban por el puente Villena, a enamorar a las bellezas de nuestro instituto.



El tiempo hizo de Toulouse una institución de mucho nivel, entonces vino el local de Chacarilla y posteriormente el de La Molina. Los alumnos llegaban de todos lados, incluso del extranjero. Los profesores se incrementaron tanto como los alumnos y los empleados en oficinas aumentaron tanto como los escritorios. En este lapso llegaron Mercedes Guevara, Carola Ponce de León, Claudia Cárpena, Rosa Madalengoitia, Lilian Carranza, y entre otros, muchos que habían sido mis alumnos en el mismo Toulouse se integraron a la plana docente. Habíamos crecido tal vez hasta sin darnos cuenta. Si bien es cierto se ganó en muchos aspectos, en otros dicen (posiblemente más que importantes) se ha venido perdiendo.



Las instituciones no deben olvidar su historia, sus orígenes, a los personajes que las fundaron y las hicieron crecer, a los ex alumnos que dan prestigio y que se deben tomar como modelo de las generaciones venideras. Los profesores nunca deben perder el sitial que les corresponde, y menos contratar a los que vienen a experimentar en su economía personal. Es muy importante el prestigio de cada docente, porque eso suma al prestigio de la institución. Es necesario incentivar el talento de donde venga, para que la institución gane, sin educación masiva, con horarios y posibilidades que permita a los postulantes acercarse a ella siempre.



En junio de 2010, después de celebrar mis 25 años como docente de Toulouse, me tomé un descanso sabático obligado por las cuatro “s” de mi ausencia como docente del Instituto de Comunicación y Diseño Toulouse Lautrec…observo desde este lugar a los miles de jóvenes que pasaron por mi aula y mis cursos: Historia del Arte, Teoría del Color, Signos y Símbolos, etc.; a los cachimbos que hicieron cursos de “Estética y Filosofía del Arte” conmigo; a los graduandos que sustentaron tesis sobre diferentes temas ante el suscrito como parte del jurado evaluador; a los niños y adolescentes que en verano concurrían a aprender técnicas para dibujar y pintar; y a las personas adultas que participaron en mis talleres de batik.



Ha pasado 25 largos años de mi eterna juventud. Nunca he pensado mejor que ahora, nunca he dejado de soñar ausentándome de la realidad. Instituciones como esta son gran parte de mi vida, y seguirá siendo, la integridad de mi existencia. Hoy estoy de vuelta en las aulas del Instituto. Sólo el cielo sabe cuánto tiempo me tiene comprometido allí, sólo Dios sabe en qué mañana se apagará el sol sin madrugada….






1 comentario:

Boristone dijo...

Buena remembranza profe...me ha hecho regresar en el tiempo y recordar nombres que ya estaban "engavetados"...por ahí recuerdo también al profe Saito de geometría y a uno que le llamaban Papá Pitufo...no recuerdo su apellido. Benito y Nestor aún venden frente a lo que fue el Toulouse. Un fuerte abrazo para usted.