EL JARDÍN DONDE ELLOS CRECEN
(EB-17 diciembre 2010)
Desde la terraza de mi vida, veo cómo crecen mis alumnos del colegio francés “André Malraux” de Monterrico, en la ciudad de Lima-Perú. La frecuencia es maravillosa y se repite cada año cuando volviendo de las vacaciones de diciembre, nos integramos en un nuevo año escolar. Entonces como los bambús en la playa caribeña de mi juvenil periplo, algunos parecen querer alcanzar la copa de los árboles en su altura. No oía su voz cuando ingresaron a maternelle (kínder, nido u otro), eran tímidos algunos y otros hablaban lo mínimo. En primaria aprendieron a divertirse en los lenguajes español-francés-español, y conocieron el proceso de una fábrica, el manejo de una computadora, la música leyendo una partitura, el teatro actuando como experimentados, y gustaban de participar en grupo para vestirse de primavera y verano todo el tiempo en su pequeña alma de niños.
Así llegaron a la secundaria, viviendo la experiencia de pintar su primera tela conmigo, hacer una composición, pasar el boceto al lienzo, decidir sobre los colores, aplicar óleo o acrílico como técnica, y de paso a dejar limpio el lugar donde procesar su “obra de arte”, los convierte en distinguidos personajes ante la sociedad. Son artistas en ciernes, extraordinarios solucionadores de la estética. Así disfruto mucho cuando llega fin de año y se inaugura el “Salón Anual de Arte”, donde todos sin distinción enmarcan sus pinturas y las exhibimos en el Espace Malraux (galería de arte), profundamente conmovidos por tamaño avance, a la manera de un gabinete de lo bello, lo curioso, lo sorprendente, lo ingenuo y lo actual.
Algunos suelen salir del abismo de los colores oscuros, los temas necrofílicos, la pereza cuando la creatividad se ausenta, y como una terapia especial, se aprenden a liberar para crear-creciendo en estatura física y sensible-mental. Otros tienen en sus pinturas impulsos de genialidad, decisiones poéticas, paisajes inimaginables, consonancia de técnica (collage-pintura-esgrafiado), (lúdico-matiz-análisis ideológico)…y van ocupando su tiempo en culminar lo que inician conmigo.
Punto aparte es descubrir todo lo que el colegio les brindó (cuando se gradúan como esta noche), la versatilidad de sus cualidades: ingreso a varias universidades ya, manejo de idiomas (español, francés, inglés), expresión sensible ante la pintura, la música, la danza, la música coral, la actuación teatral, etc.….y nos llamará la atención la manera en cómo saben expresarse, cómo manejan la computadora y los aparatos que la tecnología actual nos ofrece, cómo adivinan para dar afecto por igual a sus padres, sus maestros, sus compañeros que quedan en aula (s) otro(s) año(s).
Tumultuoso momento, confusos sentimientos que me hacen hablar lo necesario como maestro de ceremonias de la graduación, y después viene el silencio camino a casa, donde la perturbación mental me absorbe, me aísla, me ausenta y me preparo para la próxima promoción del año escolar que volverá a empezar. Así mi cabeza, pasa de la luz a la oscuridad, del microscopio de sus vidas al telescopio de su individual realización. El tiempo dirá cuán nítido fue lo que enseñamos, cuán útil y sensato fueron nuestros consejos, cuán preparados están para cruzar el umbral de la adolescencia a la adultez.
Así regreso a mi terraza y comienzo una nueva etapa con la esperanza que sea mejor que la anterior, que me regale la llave para abrir todo aquello que estando cerrado, me priva de trasmitirlo a ellos. Así reconoceré en el tiempo, que la tarea de un maestro continúa alentando la inteligencia y la vida de sus alumnos…y por ende…su propia vida de manera incondicional.
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