EL PAGO A LA VIDA

EL PAGO A LA VIDA
(EB-abril 2010)

Esta es una historia real. Sin querer queriendo, el pintor sumido en su propio laberinto, paga fuertemente su infidelidad y su soberbia….está allí en su taller, triste, desesperado, sin amigos, esperando que el destino le obsequie lo que él le negó durante años al destino de los otros. Extendía su reino de creador espontáneo, rápido y comercializado para figurar en las galerías cayendo en manos de las mafias que lo explotan pagando una miseria por su producción y vendiéndola en precios exorbitantes para su propio bolsillo. Son los seudos marchantes, que lo lanzan como un “genio” y lo tratan como a un “mendigo”.

Mucho se ha especulado en su tierra natal sobre su altanería, tirando al pavimento hasta a sus maestros de la Escuela de Arte que lo formaba, y que abandonó para morar en el paraíso de los “artistas consagrados”. Su primer pecado, fue su primer poema que se escribió como un graffiti en la mente de muchos que le tienen bronca. Es aquel conjunto de pelos desgreñados, mal vestir, y excentricidades que se ven que no son originales en él, sólo la pose tan curiosamente tomada por los que metidos en el mundo del aplauso, las luces, las pasarelas, y las galerías de arte se hace común cuando en el cerebro sólo tienen confusión, y la máquina de sus neuronas se han malogrado para darles una información equivocada de personalidad, que debe asumir quien es observado todo el tiempo por el público, y evaluado por su talento.

Algo se torció en su vida, después que brillaron sus ojos para hablar de grandezas, fortuna y viajes al infinito. De su ausencia de rubor por cada tonta frase que emitía alimentando su altivez y su soberbia, la digestión de sus entrañas confundieron los términos y mareado por el aplauso y la fama, cayó un día en su orgullo, lloró, regresó con la cabeza inclinada para retomar otro espacio donde lo suyo pudiera alcanzar el dinero que aún no ha alcanzado y que tanto anuncia en sus gestos de magnate, opacando la carencia y humildad de los otros. De los que lamentablemente lo sienten su camarada, su compañero, su amigo y hasta sintiendo pena por él, lo visitan, le entregan su poco tiempo, para evitar que el manicomio lo convierte en uno de sus huéspedes…Ensombrecido, cabizbajo, confiado, se oculta hoy en algún lugar de esta ciudad capital. No le interesa el currículo, sólo cuida un baúl con gran fondo para guardar el dinero. Eso es lo que le hará feliz cuando lo logre. Eso le dará a su alma el túnel que lo conducirá a la gloria de la fama anónima, del mundo de los cruceros y los yates, de los workshop, de las grabaciones contemporáneas que lo convierten en el “Picasso” a boca de horno, a salto y seña, resplandeciendo en el cielo que lo vio nacer y crecer.

Pero una voz robusta de pie en la puerta de su último taller en La Molina, cuenta del in fraganti encuentro entre su amada esposa y su primaveral amante. Allí en la habitación, su única hija niña, empezará un día a preguntarse qué pecado cometió ella y su madre para encontrar traición. Con la rapidez de un espiritista, como quien gusta del placer de la torpeza, el momento no se grabó en los sofisticados aparatos que usan hoy como prueba judicial….se quedó grabado en el corazón de los amantes, y en la visión de una madre joven y una hija pequeña.

En mis intentos por comprender ¿qué nos pasa?....he comenzado con lentitud pero seguro a estudiar la violencia, el orgullo, el disfraz de temporada, la pose desesperada, el afán del aplauso fácil, el sentarse donde no te corresponde, la corona de laurel, la deshumanización del hombre, la dinamita que vuela toda esta m…., el sentirte importantísimo sentado en tu limosina escoltado por incógnitos lacayos y aquello que un día, en una hora no fijada te hará regresar a tu verdadero mundo, donde las estrellas cerca pueden quemar lo último que queda de ti, donde la moderación, la humildad, el respeto por los demás, la sonrisa, el diálogo, el aplauso a quien se lo merece son la mejor medicina para vivir en paz, lejos del peligro que heredas a tu prole, creyendo que hay remedio para tanta falsedad, aprendiendo que en público o en privado, siempre es bueno llorar para reconocer nuestro concepto equivocado del bien, nuestra creencia loca de creernos lo mejor, el minuto infernal donde se nos sube el odio, la soberbia o la vanidad a nuestra cabeza…y creemos que somos lo máximo, el cultivo de Dios en exclusividad, la juventud eterna, el sombrero que tapa todo rayo de sol que nos puede producir un cáncer a la piel sagrada de nuestro maravilloso cuerpo y nos remite a la abstinencia de palabras, para predicar nuestra equivocada imagen….lo grave está que esa puede convertirse en una perorata en el desierto, donde ya nadie nos escuchará…