En Puno al sur de la sierra de Perú, celebran anualmente la fiesta de la Virgen de la Candelaria, durante la cual, según una difundida tradición popular “ se abren las puertas del cielo y del infierno”. Así representan el triunfo del bien sobre el mal, ya que los disfrazados de “ángeles y arcángeles”, vencen a los disfrazados de “diablos o demonios”.Dicen que la Virgen tiene 365 vestidos, que cambia cada día del año, sumados a las costosísimas joyas que la aderezan.
Participan hasta 150 bailarines, quienes danzan al compás de alegre música. Los diablos llevan vestimenta lujosa, donde la artesanía del lugar hace gala de bordados en oro y plata, con incrustaciones de pedrería. Pero lo más llamativo son las terribles máscaras con enormes ojos y serpientes que coronan toda la decoración.
Desde luego que el Diablo Mayor, es el que presenta esmero en el acabado y la máscara es de tamaño más grande que las demás. Calzado con hermosas botas cubiertas de cascabeles, y colores distintos que se desprenden de los pañuelos que luce en sus manos.
Participan también en la comparsa otros personajes igualmente disfrazados: El Viejito, El Caporal, La China Diabla (hembra del Caporal), El Esqueleto, etc. cada año se van agregando nuevos personajes y todos los asistentes se incluyen en el baile a la Virgen o “Mamacha Candelaria”, cumpliendo alguna promesa por favores recibidos.
Las fiestas de la Virgen de la candelaria conocida como “Diablada Puneña”, atrae cada año a más turistas y participantes de todas parte del mundo, que se entusiasman con la alegría de este pueblo andino, pero también por la riqueza de su vestuario y el sincretismo de su tradición religiosa.
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