Estamos ubicados en el umbral del siglo XXI parece que para muchos el paso del siglo anterior(el XX), al siglo actual(el XXI), se da sin pena ni gloria, pues no entienden la importancia del que ya finalizamos su primer año. Para entender los retos que la nueva era nos ofrece, recordemos que si los siglos del Renacimiento en Italia, exigieron sabiduría y talento a quienes fueron sus contemporáneos, ( recibe el nombre de “Humanismo”, por la preocupación global del hombre no sólo como “mejor obra de Dios”, sino como partícipe a partir de entonces del confort y la comodidad que puede brindarle la vida terrena). El hombre del renacimiento disfrutó de su valoración como ser pensante, inteligente, racional y libre en el sentido correcto de la palabra. Pero vió también iluminado su entorno con la sabiduría y el talento de enciclopédicos personajes como Leonardo, Miguel Angel, Tintoretto, Vasari, Rafael, Brunellesco y otros. Valgan verdades ningún otro momento de la historia se engalana con tantos ilustres personajes. Basta decir que si por cada uno de los períodos de este movimiento cultural económico, social, religioso y artístico( Trescento, Cuatrocento y Cinquecento), debemos enumerar un grupo de destacados artistas plásticos, serían un mínimo de cien por cada una de las disciplinas y por cada uno de los siglos en arquitectura, pintura, escultura, artes decorativas, artes industriales y otras artes.
Está sobreentendido que el ser enciclopédico, es el reto que nos presenta el siglo actual. Y ser enciclopédico a la manera de los renacentistas italianos es, tener los hilos de disciplinas y conceptos que hacen del hombre un ente informado, filosófico, creativo, evaluativo, crítico ,es decir el sueño del “hombre perfecto”, lamentablemente sumado a los criterios snobistas arrastrados de finales del siglo pasado de la forma corporal igualmente “perfecta”. En otros conceptos, la venta de la figura física.
Es pues este nuestro siglo XXI el que yo llamo el del Neo-renacimiento, el de la preocupación de las clases desvalidas, abandonadas a su suerte, sin derechos humanos, sin fuente que nutra cotidianamente sus elementales necesidades básicas, sin posibilidades de estudio, salud, y otras, que convierten al hombre en un ente vegetativo y en cierto modo descerebrado sin lugar a reclamo para algunas sociedades donde las limitaciones de sexo, edad, o color de piel, ha convertido a este hombre en un permanente holocausto ante los dioses del capitalismo, la televisión, las cámaras fotográficas y las pantallas de televisión, donde sólo interesa el hombre como ser “despreciable y carente de todo bien” cuando es el centro de la noticia.
La idea de la “aldea globalizada” que tanto tocan economistas y sociólogos, como gobernantes y funcionarios en estupendos discursos que a través de un lenguaje florido y técnico ocultan la verdad al pueblo que es el que sufre, no comprende, y está limitado a pensar; está provocando(y cada día más) la protesta de quienes ven que sus sueños de realización como seres humanos está cada vez más lejos. Son unos pocos los que distribuyen la riqueza a su manera y disfrutan de la mano de obra barata para llenar las cajas fuertes de los bancos con ingentes cantidades de dinero a costa de los entes llamados “humanos”.-
Lamentablemente y por intereses propios de grupos de poder, los “humanos” no preparados para hacer frente a esta aldea globalizada, ni al concepto de enciclopedismo, serán los miserables frente a la gran máquina montada por las grandes potencias. Ello obliga a las instituciones nacionales e internacionales a realizar una cadena de encuentros con los propios seres humanos, a fin de que el trato sea igualitario en algún grado y de manera positiva para todos.
Está sobreentendido que el ser enciclopédico, es el reto que nos presenta el siglo actual. Y ser enciclopédico a la manera de los renacentistas italianos es, tener los hilos de disciplinas y conceptos que hacen del hombre un ente informado, filosófico, creativo, evaluativo, crítico ,es decir el sueño del “hombre perfecto”, lamentablemente sumado a los criterios snobistas arrastrados de finales del siglo pasado de la forma corporal igualmente “perfecta”. En otros conceptos, la venta de la figura física.
Es pues este nuestro siglo XXI el que yo llamo el del Neo-renacimiento, el de la preocupación de las clases desvalidas, abandonadas a su suerte, sin derechos humanos, sin fuente que nutra cotidianamente sus elementales necesidades básicas, sin posibilidades de estudio, salud, y otras, que convierten al hombre en un ente vegetativo y en cierto modo descerebrado sin lugar a reclamo para algunas sociedades donde las limitaciones de sexo, edad, o color de piel, ha convertido a este hombre en un permanente holocausto ante los dioses del capitalismo, la televisión, las cámaras fotográficas y las pantallas de televisión, donde sólo interesa el hombre como ser “despreciable y carente de todo bien” cuando es el centro de la noticia.
La idea de la “aldea globalizada” que tanto tocan economistas y sociólogos, como gobernantes y funcionarios en estupendos discursos que a través de un lenguaje florido y técnico ocultan la verdad al pueblo que es el que sufre, no comprende, y está limitado a pensar; está provocando(y cada día más) la protesta de quienes ven que sus sueños de realización como seres humanos está cada vez más lejos. Son unos pocos los que distribuyen la riqueza a su manera y disfrutan de la mano de obra barata para llenar las cajas fuertes de los bancos con ingentes cantidades de dinero a costa de los entes llamados “humanos”.-
Lamentablemente y por intereses propios de grupos de poder, los “humanos” no preparados para hacer frente a esta aldea globalizada, ni al concepto de enciclopedismo, serán los miserables frente a la gran máquina montada por las grandes potencias. Ello obliga a las instituciones nacionales e internacionales a realizar una cadena de encuentros con los propios seres humanos, a fin de que el trato sea igualitario en algún grado y de manera positiva para todos.
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