Gay parade
Domingo 16 de diciembre del 2012 | 00:36
fuente: Beto Ortiz
http://peru21.pe/impresa/gay-parade-2108102?href=mail
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Me es imposible no esbozar una sonrisa cuando veo en la televisión una “boda gay”. El hecho de estar asistiendo a una fiesta de disfraces donde los protagonistas se toman en serio su papel es lo que produce en mí la hilaridad
El superado despropósito de un reglamento
policial, evidentemente homofóbico, que pretendía equiparar las
relaciones sexuales entre policías del mismo sexo con un “escándalo” y
éste, a su vez, sancionado con delitos muy graves del calibre del
secuestro y la tortura, han puesto en agenda, valga la redundancia, la
“agenda gay”. Pasa por el “matrimonio”, la adopción y, en general, por
el anhelo de una igualdad de derechos por parte de una comunidad ávida
de ser reconocida y respetada como “gay”. Es una buena ocasión para
reflexionar sobre ello.
Empecemos por el “matrimonio”. Me es
imposible no esbozar una sonrisa que, a veces termina en carcajadas de
acuerdo al ánimo en el que me encuentre, cuando veo en la televisión una
“boda gay”. El hecho de estar asistiendo a una fiesta de disfraces
donde los protagonistas se toman en serio su papel es lo que produce en
mí la hilaridad. Y no es para menos. Dos hombres vestidos de blanco
intercambiando votos, promesas, aros, miradas lánguidas y lanzando un
bouquet son como una parodia de la realidad. Por eso lo ridículo. Y por
eso las risas que produce la huachafería. Porque, digámoslo con todas
sus letras, el “matrimonio gay” es eso: una huachafería.
Muchos se preguntarán por qué es huachafo que
dos hombres o dos mujeres se “casen”. Lo es porque se funda en la
monería, la imitación, en el copycat. Es obvio, para mí al menos, que
los gay no están conformes consigo mismos en la medida en que toman como
referente a imitar los anhelos, las instituciones y la naturaleza de
los heterosexuales. Y eso se llama alienación. Es ese su peor pecado
porque, tal vez sin saberlo ni quererlo, lo que están afirmando es la
primacía de una cultura y naturaleza que, por “perfecta”, ellos y ellas
quieren alcanzar. En buen romance, los mismos gay, al pretender ser como
los heterosexuales, están asumiendo la supremacía moral de éstos contra
la inferioridad de ellos.
La adopción por parte de una pareja gay es
otro disfuerzo de la alienación. En términos generales, la gente se casa
para vivir juntos y tener hijos. Es pedestre, pero así es. Ergo, a los
gays se les ha metido en la cabeza que ellos, como pareja, también
tienen que tener hijos. ¿Como quiénes? Pues como las parejas
heterosexuales, claro está. El problema radica en que el “matrimonio
gay” es como una rama seca. No puede producir retoños de ningún tipo. No
puede reproducirse porque del sexo entre dos hombres o dos mujeres no
sale absolutamente nada vivo. Así es la naturaleza. Entonces, ¿para qué
forzar lo que su naturaleza no permite? ¿O es que no están conformes con
la suya? En síntesis, los gay quieren convertir la excepción de la
adopción en una regla que, para todos y cada uno de ellos en pareja,
pone en evidencia la imposibilidad de tener hijos en el “matrimonio
gay”.
En realidad, la lucha por la igualdad de
derechos no parece ser más que un pretexto para justificar la
alienación. Es un pretexto de un principio legítimo, válido y poderoso
en sí mismo. Pero pretexto al fin y al cabo. Porque una cosa es querer
ser tratados como a todo el mundo –a mí, que no soy “todo el mundo”, no
me gustaría nunca ser tratado así–, y otra cosa muy distinta es querer
ser como todo el mundo –lo que es aún peor que ser tratado como a “todo
el mundo”–. El “orgullo”, ciertamente, no va por ahí.
1 comentario:
Hi, guantanamera121212
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