LA PASIÓN Y
EL FÚTBOL
(EB-junio 2012)
Dicen que el “futbol es pasión de
multitudes”. Por suerte no me cuento en esa multitud. Nunca he sido amante del
fútbol, ni soy un entendido en la materia como creen muchos serlo. Pasión es lo
contario a la acción. Es un sentimiento de amor, odio, ira, etc. Es el apetito
o afición vehemente a una cosa. Creo que nadie me impuso ingresar al sistema de
ser obligado a aceptar cosas y actos de una sociedad que hay veces pareciera
desconocerla. Una fue la que yo traté y viví, y otra es la que veo ahora.
Todo lo dicho por la pasión que tiene
nuestra gente al equipo de la selección peruana de fútbol. Atentos a soñar que
un día lograremos el triunfo, y que súbitamente regresaremos al pasado glorioso
de jugadores que aún mi memoria guarda. Y es que todo empieza por la educación
que cada cual ha recibido del hogar que lo formó y del medio ambiente donde
crecen.
Hay tres actores que participan en un
partido de futbol y en la selección que nos representa se supone a “todos los
peruanos”: SELECCIÓN, PÚBLICO y DIRECTOR TÉCNICO. Para empezar no se puede
hacer “equipo” con gente que viene días antes de lugares lejanos a
“reintegrarse “al mismo. El fútbol es un trabajo de equipo, no individual. Vienen “figuras” pero sin resultados
positivos. Siempre son los de un equipo perdedor. El fútbol es goles, y esos
son los que escasean con futbolistas que vienen a hacer turismo, lucir su
jugosa economía ante miles de fanáticos que creen en ellos, carentes de todo
patriotismo, interesados en hacer noticia con las vedetes de moda, o la gente
de la farándula nada equilibrada. No funcionan en equipo, porque cada cual cree
ser una estrella y quiere brillar con luz propia. No hay uno que no esté o haya
estado metido en un lío de faldas, impuestos, negación de sus propios hijos, o
supuesta homosexualidad.
Luego está el apasionado público, que
dispone su dinero para pagar un espectáculo que siempre lo decepciona, creyendo
que nuestra sagrada camiseta nacional le dará una gloria al Perú. Debe aceptar
con naturalidad, que siempre se pierde. Porque los peruanos nos estamos
habituando hace varias décadas a tener mentalidad de perdedores. Esperamos que
algo pase con nuestra selección y como decía alguien por allí “aquí no pasa
nada”. Nuestra pasión por el fútbol es enfermiza. Siempre esperamos que algo
bueno pase. Y es que por otro lado está el DT o entrenador como quieran
llamarlo. Somos tan ilusos que creemos que trayendo un entrenador extranjero
alcanzaremos la gloria inmediata, y nos seguimos fallando.
La culpa no es del señor Markarian y
la carrera contra el tiempo para acumular más dinero en su sueldo mensual. La
culpa es de nosotros por creer en algo durante tanto tiempo y sin resultados.
Es que el señor Markarian como los maestros de una escuela tiene que sentirse
contento con el resultado de sus pupilos, sus alumnos. Tiene que aprender a
explotar las habilidades que cada jugador posee. Debe motivar la autoestima a
través de una psicología positiva. Porque nuestros jugadores más que deportivo
debe prepararse mentalmente. El fútbol es mental, no es nombres, fama, es amor a la camiseta como se
tiene amor por el Perú.
Hay que preparar canteras de jóvenes
deportistas que se integren al concepto país, que sueñen con la gloria, y que
aprendan a tener vigencia de triunfadores, no mentalidad de perdedor. Eso
obliga a quien corresponda a formar una Escuela del Fútbol, donde niños y
jóvenes traídos de diferentes partes de nuestro territorio, reciban no sólo
instrucción deportiva, sino un esquema de “persona” , valores, comprometerlos
con nuestra bandera, y que tengan ánimo, pasión, para que cada entrenamiento
sea el imaginario importante partido que se acerca. Debe esta escuela traer a
profesionales que inculquen en los jóvenes que el deporte del fútbol tiene un
límite de edad, y que allí no acaba la carrera de un deportista, sino que hay
otras actividades que podría asumir si tiene mentalidad de triunfador. Que el
fútbol no es convertirse en un metalizado deportista y que después de la
satisfacción personal, un deportista al igual que nuestros literatos, artistas,
maestros y profesionales como técnicos, debemos ser útiles a una sociedad y a
una juventud que está ávida de ejemplo y no de lo contrario….Salvo mejor
opinión…
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