DEL MAESTRO CON CARIÑO
(EB-julio 6 de 2012)
Leí alguna vez a Donald L. Finkel quien escribió el
libro “Teaching with Your Mouth Shut”.
En el que define lo que se es y de lo
que se hace (más allá de lo que se dice) cuando nos comprometemos con nuestros
alumnos con el fin de interesarlos con la asignatura que enseñamos. En mi caso,
siempre enseño arte. Arte plástico en general: arquitectura, escultura y
pintura. Son las artes llamadas espaciales, figurativas y/o visuales.
Muchos factores intervienen en el maestro para llegar
a ellos: el trato, la preparación previa, la dedicación, la entrega, la
sensibilidad, la trasmisión, la observación, la escucha, la puntualidad, la
presentación personal. Dicho de otra manera para seguir a Finkel, que existen
formas de llegar a nuestros alumnos no necesariamente con la palabra. Es decir
acota, damos clase sin abrir nuestra boca, a través del ejemplo silencioso con
nuestros actos.
Los alumnos en todos los niveles tienen la ardua tarea
de definir a quién y por qué consideran a un maestro “extraordinario”. Para
empezar estamos en una época muy difícil para los maestros. La gran parte de
niños y jóvenes no disfrutan de la presencia de sus padres en casa en gran
parte del día. Lo que es un balazo para
la poca educación y el ejemplo que no siempre reciben. La escuela da
instrucción, pero no necesariamente buenas maneras o educación. Por ello,
siempre me parece interesante saber qué sienten y qué piensan nuestros alumnos.
Cuando enseñamos a pintar, la teoría y la práctica funcionan
paralelamente. No se trata de narrar conocimientos, sino de practicar para
aprender. Entonces la teoría nace de la práctica y es más fácil para el alumno
aprender haciendo. Hay mucha confusión con respecto a la enseñanza del arte de
la pintura, porque se ignora el diseño, la forma, la síntesis, la abstracción,
lo real visual y lo real imaginario. Sumado a todo esto, no hay libros donde el
estudiante pueda consultar como en otras asignaturas. Y todo queda en manos del
maestro.
Los buenos maestros generan expectativas en sus
alumnos. Enseñan partiendo de las cosas cotidianas, del día a día, de la
noticia del primer periódico. Dominan su asignatura extremadamente bien. Son
aparte de maestros, notables artistas, científicos, eruditos en sus conocimientos.
Muestran gran confianza en sus alumnos, aprovechan de estos sus ansias de aprender. Esperan más
porque tienen confianza en ellos. Tienen apertura narrando sus propias
experiencias, sus logros o ambiciones, sus triunfos y fracasos. Aman la
docencia, se entregan a ella investigando. Se programan, solucionan problemas.
No culpan a sus estudiantes de las dificultades a las que se enfrentan con sus
asuntos personales. Crean entornos para el aprendizaje crítico natural. Evitan
juzgar a sus alumnos de forma arbitraria y finalmente, tienen un fuerte
compromiso con la comunidad académica sumado a su éxito en el aula.
Eso hace grande a las instituciones. Colegios,
institutos y universidades pueden sentirse halagados con la imagen de un
maestro que es admirado por sus alumnos y que de paso, brinda prestigio a la
institución donde trabaja.
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