EL LÍO DE LOS MURALES EN LIMA
Primero,
según el alcalde de la ciudad, fue la UNESCO que se opone a utilizar nuestros
muros como lienzos, para que los artistas invitados, puedan plasmar algún tema
en su propio estilo. Luego la ministra del Ministerio de Cultura, quien llamó a
los mismos “marginales”, es decir que está al margen de los intereses
culturales del país. Y finalmente, se les llama arte urbano porque está
trabajado para apreciarse en la ciudad.
Pero
todo este problema es porque los limeños nos hemos convertido en complacientes
con cualquier iluso que llega a un cargo importante. Ellos creen que son
emperadores en un reino que dura, lo que sus apetitos políticos se lo indican.
Castañeda es el mal que tenemos que soportar los años venideros, por nuestra
poca cabeza para elegir autoridades. Hoy son los murales, mañana los túneles,
después serán los parques y alamedas, y seguirán las playas, los eventos
culturales y cuanto proyecto pueda sacar provecho económico. Hemos olvidado
Comunicore, y otras perlas del alcalde que pierde la voz cuando le conviene, y
se ausenta de eventos cuando le viene en gana.
En
todas las ciudades civilizadas del mundo, los murales son parte de su tradición
y lucen trabajos realizados por artistas de renombre. Hay diversidad en las
expresiones artísticas y en los estilos de cada cual. Hay una manera real de
aprovechar el espacio público para trasmitir arte y cultura al menor precio.
Calificar
de “marginales” es volver al permanente tema de la segregación y el desprecio
por lo que no se considera limeño. Llamarlos así, no hace más que marcar la
brecha que existe de alguna manera entre los privilegiados artistas de Lima y
sus galerías de arte y los artistas provincianos que son muchas veces rechazados
por estas.
Hay
racismo extremo, desprecio descarado y diversidad malévola para aceptar borrar
lo que es andino y selvático y dejar lo que es limeño en los muros. De otra
formas no se explica por qué se dejaron en pie los murales de Chabuca Granda y
desaparecieron todos los que trataban del indígena, las leyendas, los mitos,
necesidades y peticiones de otros naturales artistas peruanos involucrados en
el pintado de estos muros.
Dios
quiera que podamos unificar conceptos, y entender que antes de ver nuestros
muros con horrendos grafitis que no expresan más que vulgaridad y nada,
lleguemos a una salomónica decisión de llamar a concurso, presentar bocetos y
pagar por la realización de buenos murales en nuestra ciudad como respetable
espacio público donde acudiremos y aplaudiremos la valoración del arte y la
cultura, como expresión de nuestros artistas peruanos.
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