AMY WINEHOUSE
Vacía
como es la muerte, solitaria como fue tu vida
así
respondería el capricho para no saber más de ti.
Todos
tus esfuerzos, tu lucha entre la canción
el
espacio, la nube y los momentos volátiles
equivocadamente
luminosos, radiantes, frágiles,
abismales
caídas donde llueven las culpas
donde
la cuerda se estira y tu cuello se rompe…
Encima
de los lagos de público delirante
de
transportar tus sentidos a la masa de millares
de
abrazar el micro para entregar tus sentidos
sin
recordar, solo amar el hueco de las heridas
para
ser a la vez noche y aurora confusamente
tras
el vino, el perfume, el sueño ido y vacilante
estabas
tú en un abismo sin sospechar tu partida….
Dicha
deliciosa para ti, terrible dolor para nosotros
valeroso
tu concepto de la muerte, sin espinas, sin coronas
que
estropeen tus cabellos, tu personal maquillaje,
sin
túnicas que cambien tus atuendos
sin
crímenes ajenos, ni burlas al prójimo embriagado con tu voz.
Infernal
manera de sentir y disfrutar lo tormentoso
hermoseando
iluminadas tus manos, en una danza nacarada.
Universo
de aplausos enteros, de histerias sublimes
Iluminada
mujer de fecundo acosarte sin piedad,
sin
demonios, sin sonidos inútiles, ni canciones frías.
Allí
en el escenario con la magia de tu figura
el
encanto dramático de tu voz aislada, diferente
la
noche junto a ti, flor marchitada por la muerte
lanzándote
al abismo del placer absurdo…
Entonces
vestidos de negro, en el tiempo callado,
en
tu viviente alma de cantante, de alma impenitente
festejada
por el sol, aplaudida por la vida
te
fuiste en cielo nebuloso, regalándonos tu recuerdo,
tus
tinieblas pálidas, tu voz embriagante, tu solitaria vida
perfumada
primavera de olores exquisitos
mujer
de mármol y metal aplaudida por el tiempo.
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