“Con nosotros está y no le conocemos…su nombre es el Señor”.Dice la letra de una canción en la liturgia de hoy Domingo de Ramos en mi parroquia católica. Es que se inicia la Semana Santa luego de un período llamado Cuaresma. Ahora vienen Jueves Santo (Recorrido por altares especiales llamados “monumentos” en 7 iglesias de la ciudad), bendición de los óleos crismales, lavatorio de los pies; Viernes de Pasión (Sermón de las Tres Horas de las 7 palabras de Cristo en el Gólgota); Sábado de Gloria (Cristo en el santo sepulcro) y Domingo de Resurrección (El regreso a la vida cumpliendo su promesa).
Esta tradición cristiana de varios siglos, es la manera de devolver a Dios con la fuerza de nuestro sacrificio, el préstamo de nuestra fe para devolver fe. Hacer recorridos, aceptar horas de lectura de textos, ceremonias extensas, es la conducta cristiana que debemos preservar para las generaciones venideras. No sólo se es creyente cuando necesitamos un milagro, sino somos capaces de sacrificar el tiempo y nuestras energías para manifestar también nuestro homenaje a la Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
El hombre siempre anda en busca de Dios. Es la busca del amor, de las dudas, de la magia de la fe, en el desconocido universo lleno de envidia, malicia y sospecha. El hombre sabe que el Dios que busca es intangible, invisible, abstracto, pero está allí en el corazón de los que ajenos a la duda, entregan su integridad para encontrar la felicidad en el principio de la reciprocidad. No está el hombre para desafiar a Dios, tampoco para convertir sus fiestas en multiplicación de sus debilidades y rebeldías.
Está el hombre para entrar en si mismo y comprender que lo que lo hace ser hijo de Dios, es su humildad, su sinceridad y la aceptación que somos invulnerables a la tentación, si nuestra fe es grande y fuerte, pretendiendo alcanzar la perfección trasladándonos a un plano más cercano a Dios.
Hoy que las tentaciones son más, la incertidumbre nos envuelve para sonriéndonos introducirnos en el mundo de las drogas, los vicios y los caminos equivocados de siempre. Entonces es el momento donde suplicantes, miremos el rostro de ese Dios en el que creemos para desear hablar con Él y encontrar respuesta a nuestras preocupaciones, dudas, y curiosidad.
Hagamos pues de la Semana Santa, una fecha para la reflexión, el recogimiento, y silenciosamente de manera virtual e imaginaria ingresar a ese comedor de la Última Cena, a la montaña de El Gólgota…o acompañando a José de Arimatea comprobemos que Cristo está vigente allí en cada paso, en cada lugar, como seguirá presente en nuestro vida si ordenadamente disfrutamos de la fe a pesar de nuestras debilidades, nuestras caídas, nuestros desórdenes mundanos:…”no hagas el mal y el mal no caerá sobre ti; no dejes de consolar a los que lloran y haz compañía a los afligidos; honra a tu padre con todo el corazón, y no te olvides los gemidos de tu madre; Apártate del hombre perverso y estarás lejos de obrar el mal; No inventes mentiras contra tu hermano , ni lo hagas tampoco contra tu amigo…..”
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