LA COMPUTADORA Y YO
(EB-20
marzo 2013)
Hay
cosas que no he aprendido en la computadora (ordenador). Encontrar respuesta a
mis dudas, mis tropiezas, mis impulsos neuróticos cuando algo no tiene
respuesta en mí, me hacen golpear el mouse, o desear salir a la ventana y
gritar hacia la calle, como quien pide auxilio.
La
computadora es un artefacto que conocí en los años 70’ cuando asistí a la
Bienal de Coltejer de Colombia. Allí, pude ver cómo podían tejer un retrato de
muchísimos metros de longitud a color. Era asombroso.
Cuando
volví al Perú en el 73’ contratado por Industrias Nettalco S.A. de Urbanización
Vulcano de Ate, me enfrenté nuevamente a los diseños para máquina de tejido de
punto (más o menos como el tejido a palitos de las abuelas). Entonces las
computadoras que mandaban tejer a otras máquinas computarizadas, eran tan
grandes como un piano de cola. Trabajaba con un equipo de chicas que habían
realizado estudios de diseño y de las cuales era su jefe. Todavía las recuerdo,
aunque el tiempo no ha sido suficiente para volvernos a juntar. Nelly Wong,
Rosa Ruiz y Lidia Kuan, se llaman. (Asumo que a esta altura de mi vida, ellas
formaron su familia y deben ser abuelas.)
La
firma en mención fabricaba telas con la marca “Juilliard” que ocupaban el
primer lugar en el mercado textil y de la moda, de nuestro país. Yo era el
colorista y diseñador de tan asombroso regalo para usar.
Llegado
los años 80’ ya era profesor del instituto Toulouse Lautrec en su primer local
de Malecón Balta 1070-Miraflores.Allí tuve oportunidad de comprar mi primera
computadora, una Macintosh. La cuidé tanto, que un día se malogró por no
usarla. Al poco tiempo otra máquina ingresaba a mi taller, pero esta vez
acompañada de un ingeniero que me explicó las elementales reglas de su
funcionamiento. Así fui aprendiendo paulatinamente su lenguaje, sus
estrategias, mis olvidos, mis dudas, que nunca son suficientes.
Me
agrada la oportunidad que nos brinda para: comunicarnos con personas de todo el
mundo a través del correo, actualizar nuestros conocimientos en el Google,
traducir en el idioma que sea nuestra preferente necesidad, colgar fotos en el
facebook, escribir opiniones cortas en el twitter, informarte de lo último en
las webs, y darte a conocer profesionalmente con tu personal página web.
No
la uso para hacer cuadros matemáticos, ni para entrar a Excel, Sí la uso para
escribir mis poemas, mis escritos, mi anuario, mis proyectos y propuestas, la
lista de mis pinturas, la diagramación de mis necesidades, etc. Me fascinan las
cosas que nos llegan a través de los amigos para recordarnos o hacernos saber
sobre el arte, la ciencia, la literatura, la política, las enfermedades, los
casos insólitos, las oraciones religiosas y la última foto, como la última
noticia que sucede en nuestro planeta.
Recientemente,
viví una amarga experiencia cuando escribiendo un artículo y verlo publicado en
mi blog, me di con la sorpresa que aparecía cortado hacia el final del mismo.
Me ha dado muchísima pena, no sé en qué rincón de la computadora se fue esa
parte de mi escrito. Me siento mutilado, cortado, atropellado, accidentado y
castigado, por una máquina que hay veces es reacia a funcionar conforme le
indicamos.(O nosotros ajenos a sus limitaciones)
Es
la computadora una especie de mago que está en todo y con todos. Es como un prestidigitador
que mueve sus dedos de pies y manos para atraparnos durante horas. Es una
agenda que nos recuerda las fechas importantes de los amigos, familiares y
nuestras. Es un cansancio que para muchos se ha convertido en placentero. Es
una verdad, si previamente nos informamos por otros medios para no ser
engañados o sometidos a su capricho lingüístico. Y nunca muere aunque esté
apagada, porque dentro de ella está su alma danzando, descansando y
esperándonos con muchas antenas que no se pierdan, sino que vuelven a nacer
cuando la encendemos y usamos el mouse.
Prolijamente
la tratamos, establecemos una ficha médica como expediente para saber qué
necesita y qué está mal. No se oxida, porque se alimenta de nuestras ansias por
comunicarnos a como dé lugar. Es un periódico siempre abierto para darnos la
peor o la mejor noticia. Por esas muchas cosas, entiendo que fue bueno aprender
en ella y sobre ella, acariciar su teclado con la fuerza y seguridad con que
acaricio los sueños para mí y para otros.
Sólo
te ruego querida computadora, que no vuelvas a comerte mi literatura, o que al
menos para que yo no te suicide, no te atrevas a mutilar mis escritos, y llenes
de flores con mi poesía. Sólo te pido que hagamos un pacto:…”usurero yo para
escribir, usurera tú para guardar”….gracias.
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