MI AGENDA PERSONAL
(EB-18 de junio de 2012)
Hace muchos años aprendí a guardar parte de mi memoria en mi
agenda personal. La verdad, es el otro cerebro de mi agitada vida social,
profesional y familiar. No tiene sentido dejar todo a la memoria corporal, u
oscuramente dejarlo al azar. Un compromiso de cualquier índole es siempre
importante. Desde el comienzo de mi vida juvenil, las agendas han desfilado año
tras año por mis manos. Me han abierto los ojos para cumplir con todo y con
todos. Me han regalado la luz escrita, para ser más fecunda mi presencia en los
eventos de cada día.
Una agenda se ha convertido en mi pareja, la verdadera madre
de mis encuentros y mi presencia. La espía que guardan mis más íntimos
secretos. La historia por días y horas de mis ocupaciones religiosas, sociales,
familiares, artísticas, docentes y hasta poéticas. Los tiempos han sido siempre
insaciables. Algunos compromisos se cruzaban y debí hacer una selección
preferente. Siempre he estado lúcido para sonreír, ponerme serio, o conmover mi
alma para estar en el escenario apropiado de mis días, mis recuerdos y mis
cumplimientos.
Hay un misterio en mis agendas que nubla los ojos y cambia de
color las tintas que los anota. Lejanas vivencias se actualizan cuando abro
alguna de ellas. Lo que sucedió hace 20 o 40 años aparecen a las luces como
custodiadas por las páginas. Hay una plena entrega del corazón a cada evento.
La seriedad que el caso exige, el lúcido despertar para una mañana de clases, o
el vino esperando en la mesa para un encuentro en mi taller, y las flores que
siempre decoran mis espacios.
Están los secretos indicativos del misterio personal en
ellas. La tertulia con encargos que quedan anotadas, las proformas económicas
de mis obligaciones diarias y mensuales, los nombres de los medicamentos que
debo pasar a buscar en la farmacia, los recordaris repetidos de lo importante,
los imposibles de mis sueños de artista que llegan a cumplirse. Están allí las
fechas de cumpleaños, aniversarios de bodas, hasta el dolor en el pecho de un
fallecimiento cercano al dolor de mi día. También las llamadas telefónicas para…
y de…como si la comunicación con los otros seres de mi parafernalia quedara conectadas
24 horas a mi agenda.
Siempre es mejor ser puntual y cumplido con los demás y con
uno mismo. Siempre hay brazos ávidos de abrazarnos cuando llegamos a tiempo y
en la fecha apropiada. La gente perversa y las invitaciones imposibles de asistir
(edad, informalidad, y otros).El regreso a las instituciones que quiero, la
misa de domingo cristiana, hasta la sonrisa complaciente por un nuevo día,
todos aparecen en mi agenda.
Gracias a ellas puedo saber qué hice y qué viví en el tiempo
ido y gracias a ellas puedo comprarlas desde setiembre del año anterior para ir
llenándolas de datos importantes, trascendentes, amorosos e inolvidables. Son
mis agendas como sombrillas que me protegen en verano y en invierno, pero al
leerlas me regala el más bello sol de primavera. Gracias a ellas he aprendido a
organizar mi tiempo, mi vida, mi silencio y mis alegrías. Gracias a ellas,
puedo revivir el recuerdo de lo antes vivido.
La agenda perfecta no es electrónica. Me parecen impersonales
y mutiladas por la tecnología. Abreviadas y sincronizadas para el plagio o el
espionaje que todo lo destruye. La agenda todopoderosa es escrita a mano, con
marcador de página, con garabateo incluido, con rescate de información gracias
al liquid paper. La agenda valiosa es la que ni el viento puede borrar sus
escritos, los mismos que susurran matinales encuentros entre mis ojos y ella. La
agenda ideal es la que no conoce del frío, sólo el calor de una pluma
deslizándose sobre ella para anotar lo convenido.
Hoy han crecido en número. Han permitido que baje los brazos
para descansar de lo que acabo de hacer y lo que tendré que hacer mañana.
Guardan el ayer de lo cumplido y el mañana por cumplir. Son espejo de mis
fantasías, amparo de mis silencios, inquietas maneras de sentir que existo y
soy invitado. Poema en trance listo para recitarse una vez publicado.
Hoy que los años han hablado bastante, los escritos en mi
agenda personal se ha multiplicado desesperadamente, victoriosamente,
haciéndome recordar que mientras este activo, mi cuerpo podrá contar y recordar
historias de lo vivido, mi alegría relatará lo que estoy viviendo y mi agenda
guardará por siempre mis excursiones a los espacios donde di la cara y albergué
mi vida.
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