DIA DEL PADRE
(17
junio 2012)
La
fecha tiene sentido comercial. Todo se convierte en un promocionar para
comprar. Finalmente del cuero salen las correas, es decir, la compra se suele
generalmente hacer con el dinero del festejado, el padre de familia.
Hoy
los hijos conocen menos a los padres y la fiesta debe servir para interesarse
más a los hijos de lo que hace, consume y usa su padre. Es posible que los
hijos no sepan dónde y en qué trabaja el padre, qué profesión o actividad
realiza, si usa o no lentes y por qué, qué le gusta tomar más entre comidas,
qué color le agrada, qué periódico y revistas lee, cuál es su músico o literato
favorito, de qué equipo de fútbol es hincha, con qué vestimenta se siente más
cómodo, cuál es su plato favorito, cómo era él cuando tenía mi edad, cuál es el
juego que más le divertía…en fin tantas preguntas, que no se atrevió a considerar antes como importantes.
Es
que el atropello de lo comercial cierra las ventanas del amor, del tierno amar
al padre como amamos a nuestra madre y tomarlo como un ejemplo de lo que
soñamos ser en el futuro imitando gran parte de él. Tener un padre es sonreírle
al sol, iluminar nuestra vida, considerar que ese agujero de nuestras dudas e
interrogantes serán resueltas por su experiencia, su consejo, su ejemplo.
Así
hoy recuerdo al mío. Mi padre Carlos Enrique Bustamante Quédas, no está más
conmigo, está en la Casa de Dios. Allí donde el tiempo transita iluminando
nuestro horizonte, donde el recorrido de nuestro camino se hace menos duro con
su apoyo y su ayuda, donde su tratamiento enriqueció nuestros poros, fortificó
nuestra piel y dejó un eterno beso en nuestras mejillas.
Era
mi padre un trabajador incansable. Éramos 7 hijos y mi madre. Su sueldo
alcanzaba para pagar colegio privado, universidad y alimentos tres veces al
día. Nos compraba ropa y calzado cada cumpleaños, para fiestas patrias y en
navidad. Estuvo con nosotros cuando alguno quiso dar un salto al vacío
confundido en su decisión. No estableció frontera entre sus hijos. Dosificó su
amor junto al de nuestra madre para cada uno de sus retoños.
Acostumbraba
a leer los diarios La Prensa y El Comercio. Continuaba su periplo literario con
las revistas Selecciones, Life, Peneca y
Billiken. Cumplió con su hogar, y siempre entendimos que su amor por
nosotros era inmenso, grande, infinito y nos convocaba con su ejemplo a ser lo
que ahora somos. Tenía un brillo especial en sus ojos azules verdosos, que
parecían transparentar su criollo hablar, sus historias inventadas, su regreso
cotidiano a la vida para revitalizarla. Ya mayor volcó su entrega silenciosa a la oración para sonreírle al sol
y rendirle un homenaje a la vida.
Su
respiración se apagó cuando llegaba casi a los 92 años. Lúcido, bromista,
cariñoso, confesor de sus afectos, tejiendo con sus palabras su cultura, su
entrega, su lucha, su amor con la misma energía, aún cuando ya mamá no estaba.
Hoy
quiero recordar en el “Día del Padre” su ejemplo, su encuentro con mamá en el
malecón del Puerto de Paita en Piura, su desmedido amor por la música criolla,
sus manos tiernas, sus cabellos plata, dándome clases con palabras que no
cansa. Ajeno a la ironía que acompaña a los viejos que han actuado mal,
valoraba lo mejor de nosotros, Recordaba el nombre de sus hijos, nueras y
nietos. Prodigaba el mismo respeto por cada uno, mientras incansable nos
expresaba su profundo amor por nuestro Perú.
Hoy
quiero reflejarme en el espejo de sus ojos y decirle con tristeza que aún lo
extraño y que mi oración y sus claveles rojos permanecerán siempre en el camposanto donde ·”bajo tierra descansa con
su amada esposa” para agradarlo, para cumplir su pedido final, para seguir
sintiendo sus caricias en los rincones más profundos de mi alma.
¡ Feliz Día del Padre!
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