LA RELIGIÓN
DEL OLVIDO
La Nueva versión apocalíptica es la
“Religión del olvido”. Hay una manera de mantener en silencio el pasado,
olvidar la familia, los amigos, para edificar la imagen de un gurú, un santero,
o un purísimo personaje ante la nueva fe, por intereses muchas veces
aparentemente ocultos.
Siempre pienso que cuando alguien
tiene una fe religiosa y la cambia por otra, no me queda la menor duda que su
comportamiento ha sido inmundo, asqueroso, de mal ejemplo en la sociedad donde
se vivió. Hay quienes gritan sus virtudes compradas a la nueva fe, subiendo a
buses, o predicando en asambleas y presentando la inyección de misticismo para
convertirse en un santo, olvidando no sólo su pasado religioso, sino sus
vínculos amicales y familiares por conveniencia propia.
Hay los que se encierran en un
círculo de virtuosos vestidos de luto, aunque creen estar iluminados. Matan de
golpe, o poco a poco el pasado, como queriendo ocultar a sus nuevas autoridades
religiosas un pasado oscuro. Carecen del romanticismo para aceptar que el ser humano está hecho de
barro y puede cometer errores y salirse de los rigores que exige lo virtual.
Otros se convierten en espantapájaros intratables para herir con su comportamiento
a los que se ubican en la otra acera, con sus creencias.
“Usar” una nueva fe religiosa para
conseguir visas, para encontrar trabajo, ingresar a un centro de estudios o
pintarse como virtuoso es la peor cobardía que el hombre hace al Dios en el que
creemos. Es el vivo retrato del demonio disfrazado de ángel.
Acostarse temprano, no beber un trago
de alcohol, sollozar en la intimidad, vivir creyendo que las nubes son de tu
propiedad, que Dios sólo se fija en ti, es una manera burda de echar arena al
pasado y jugar con el presente. Cuánto pecaron tus manos, tus labios, tu
cuerpo, tu pensamiento, triturando el divino nombre de Dios. Cuánto daño haces
a las personas que apartas de tu círculo, olvidas adrede, y pones en la balanza
que te conviene para engañarnos. Porque el hombre puede engañar a otros hombres,
pero el hombre jamás podrá engañar a Dios. Como el mar es de inmenso, así de
grande debe ser nuestra fe y nuestro respeto por los demás. Los de ayer, y los
de hoy. Los que son diferentes a mí, y diferente a mi familia tan ilusa y
engañada por mis aparentes virtudes.
No hay nada más bello que estar
enfrentados cada día a nuestros errores, nuestras faltas, nuestras debilidades,
nuestra suciedad, porque todo ello nos hace ser humanos y dar al Ser Supremo el
sitial que merece e indica cuán humanos somos. El hombre puede estar perdido en
sus debilidades, puede tener un choque con los preceptos religiosos de su
grupo, pero alguna vez se convertirá en la canción de moda y podrá proyectar su
vida en la pantalla donde sus hijos, sus amigos y todos los seres humanos aplaudirán
sus virtudes y no sus defectos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario