CORRIDA DE
TOROS
(EB-11 noviembre 2012)
Estaba en una plaza limeña. Se acercó
un grupo de jóvenes para pedirme firmar un documento en contra de la corrida de
toros. Mi sorpresa fue desafinada y pregunté si ellos comían carne: churrasco,
bistec, lomo saltado. Me respondieron que sí. Entonces les dije que nadie que
coma carne puede estar en contra de la fiesta brava. Y sin duda hay una
controversial discusión entre los que disfrutan de toros y toreros y los que
por moda están en posición contraria.
Hay una corriente en nuestro país
copiada de tradiciones extranjeras: protestar por todo, estar en contra de
nada, buscar hacerse notar a través de actos que crean la indisciplina de
grupos. Entonces la vida se convierte en desperdiciada, protestar sin información
previa se torna un antojo trasnochado.
Las corridas de toro datan de época virreinal. Es una genuina fiesta
social, singular, que atraía a la más alta nobleza de la época y al “último
gañan del huerto arrabalero”; a la dama del linaje sonoro y a la ínfima esclava
del menor de los burgueses. Siempre ha existido una pasión por la fiesta
taurina. Luego del espectáculo era conversación obligada de las gentes, en las
calles, plazas, palacios y callejones, antes y después de la fiesta, era
exclusivamente, alusiva a la bravura del todo, la audacia del matador, etc.
La primera corrida se realizó en Lima
el lunes 29 de marzo de 1540, en la Plaza Mayor de Lima, celebrando la
consagración de óleos por Valverde, obispo. Francisco Pizarro, a caballo,
rejoneó uno de los 3 toros de la tarde.
El 1559, el Cabildo limeño señaló
cuatro días para la fiesta. En los últimos años del Virreinato, las corridas de
toros servían para hacer propaganda contra los patriotas. Los hombres de
letras, intelectuales de prestigio versificaban en los listines. Antes de la
Independencia, los religiosos Chueca, Larriva y Echegaray; y después, Segura,
Pardo, Camacho, Palma, componían versos alusivos a la fiesta degradante.
Entonces, mientras el ascensor de la
ideas protestando no analiza la razón histórica, costumbrista, tradicional y de
gusto selectivo de la fiesta de los toros. Si hay veto para las corridas porque
“se maltrata al animal o se le castiga sádicamente”, debemos pensar que igual
sufrimiento pasan: cerdos, gallinas, pollos, cuyes, peces, y otros animales del
territorio terrestre. Lo que nos deja desconsuelo en el estómago, privándonos
de saborear las carnes de nuestros animales exquisitos. Hay la delicia del
alimento humano vegetal y animal. El toro es parte de ese alimento. La fiesta
es la tradición que incluso pinto el célebre Pancho Fierro a inicios de la
república en la misma Plaza de Acho.
Para contentar a unos y otros,
tenemos que encontrar la fórmula apropiada para troyanos y peruanos tan
lúcidamente. No será la fiesta taurina la misma cuando se tomen las decisiones
que no desaparezca la fiesta, pero que tampoco se maltrate al toro.
Ahora queda otra plaza y otro motivo
para seguir protestando: el Campo de Marte invadido por una feria de comida,
los homosexuales besándose en la puerta de la iglesia más importante para el
catolicismo en el Perú, los ancianos suplicando su pago apurado del Fonavi, los
trabajadores del Inpe y otros estamentos del Estado pidiendo aumento del
sueldo. Total hay quienes en vez de trabajar o estudiar, encuentran una
maravillosa manera de protestar, no importa si ese tiempo está restado a
ocupaciones más inteligentes….
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