EL MERCADO
DE MI BARRIO
(EB-19 noviembre 2012)
A pesar de la existencia de
las grandes cadenas extranjeras de supermercados en casi todos los distritos de
Lima y en casi todas las más importantes ciudades del país, no han fallecido
nuestros añejos y siempre renovándose “mercados de mi barrio”.
Entrar a un supermercado, es
imaginarse que te encuentras en una ciudad americana, porque el sistema se
copió de allá. Todo viene muy bien empacado, distribuido en muebles con orden
perfecto, etiquetados (muchos con precio en dólares americanos), y en muchos
casos con una señorita invitando a degustar gratuitamente.
Son formas de atraer a un público que no
siempre está preparado para ir a un mercado de barrio. También para aquellos
que les parece que se americanizan cuando se dirigen al lugar y se sienten
superiores a la mayoría de compatriotas. O porque equivocadamente se piensa que
los precios están más bajos. Finalmente, porque se cree que los productos
vienen limpios, más sanos y con mayor cuidado.
Pero no siempre es así.
Revise su recibo o factura de compra y descubrirá que no ahorró nada. Lo que
baja en un producto se lo suben a otros. Las ofertas terminadas en centavos
(0.99) es una engaña muchachos, y muchos productos que están ofertándose están
con fecha de vencimiento cercanísimo.
No visite los servicios
higiénicos en estos supermercados, porque le cobran por ingresar, dentro puede
ver psicópatas sexuales, ser asaltado o escuchar groserías, típico lugar
lumpesco. Además, si aplica las tarjetas como “Bonus”, podrá comprar algo
dentro de su bazar por un millón de puntos y encima añadir dinero para comprar
una simple toalla, por ejemplo….
A cambio, nuestros mercados
del barrio reúne diferentes puestos o stand para vender: carnes, pollo,
gallina, cerdo, vísceras, pescado, mariscos, frutas, verduras, insumos sólidos,
granos varios, etc. Con igual pulcritud en su trato. Otras ventajas logramos en
nuestro mercado de barrio: Tenemos nuestras “caseras” que cuidan nuestro
bolsillo y nuestro estómago, los precios están sincerados, encuentras los
amigos, esos que no veías en años. Puedes llevar a tus niños o enviar a la
empleada porque los precios no varían de un día a otro. Puedes escoger lo que
te gusta, empacar lo que te llevas y pagar lo que consumes sin mayor abuso de
colas, cajeros que tardan, o señoritas de caja poco amables. No necesitas pagar
con tarjetas que te las inspeccionan como si fueras delincuente, Porque todo es
al contado. Encuentras alimentos o insumos desde 10 céntimos, y nadie te engaña
con la fecha de vencimiento.
Así la vida transcurre
reflejada en el agua, o en el espejo de los otros vecinos que compraran en el
mismo mercado del barrio. Un añadido: no tiene que maquillarte para ir
“preciosa(o)” a realizar tus compras. Tampoco ir con lentes oscuros para pasar
de incógnito, porque crees ser estrella de cine. Sólo miras lo que tienes en tu
bolsillo, monedero o billetera y vas a tu mercado para encontrar en él la
manera de preparar el menú de tu día con entusiasmo, sin nostalgia, y de
inmediato.
Finalmente, algo curioso, en
cada barrio hay un mercado, una o varias bodegas y panaderías, que los
supermercados de factura norteamericana y capitales del país de abajo, que no
han podido cerrar y mandarlos a la quiebra. Y por último como tienes
“caseritos” el día que no tienes dinero o te falta hablas con tu casero” y él
te “fía” lo que llevas. Es decir no te pone un policía o vigilante frente a ti
para que te saque a golpes humillándote…..
Eso sí no te encuentras con un letrero que dice: “Hoy no fío, mañana tampoco….”
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