Fuente: www.blogdefranco.bligoo.pe
SOCIEDAD OCIOSA
(EB - 7 octubre 2013)
Una
sociedad ociosa, es aquella que deja todo para mañana o que el tiempo diluya
sus perezas. Somos una sociedad ociosa, gestora de la crisis moral y ética tan
común hoy entre gobernantes y gobernados. Somos una sociedad ociosa, que
vivimos en el mito de la caverna donde la familia quedaba dentro, mientras el
clima y los agresivos animales no molestaban la tranquilidad de los bípedos
prehistóricos.
Somos
los antiguos aliados o los nuevos enemigos de una sociedad donde a la vez todos
tenemos la razón y a la vez no la tenemos. Necesitamos un taller de psicología
para que brinde a cada cual l cura apropiada que nos permita vivir en armonía.
Esa que quedó en el vocabulario y en la pronunciación fonética inteligible de
los exponentes ociosos.
Desde
luego que hay una equivocada geometría del espacio de lo que es mío y lo que
pertenece a los demás. Hay ausencia de conceptos básicos para ejercitar la
memoria y entender por fin que nuestros derechos terminan donde empiezan los de
los demás y que las obligaciones se legislan para todos por igual.
Somos
una sociedad en crisis, porque estamos reemplazando la bondad con el crimen, la
marca, el robo, el secuestro y la introducción permanente y no interrumpida de
un mercado de desprecio por la vida del prójimo.
No
hemos analizado debidamente las teorías varias que hablan del poner solución a
lo que precisamente no hemos seguido aplicando como ejercicio cotidiano de una vida
de respeto y pacífica. Hay una literatura virtual y escrita que alienta la
elaboración de actos criminales sin arrepentimiento del autor o de los autores
y el apañamiento de los jueces seleccionados para aplicar la ley con respeto,
por la sociedad que los acoge. Dicho de otra manera, “hay una descarada
despreocupación de las autoridades, para poner fin al cáncer de nuestra
sociedad siempre en conflicto, sobre todo ahora”. Debemos regresar a los
prodigiosos años donde la tranquilidad reinaba en calles, plazas y viviendas,
como una secuencial descolonización del pecado de ser país quintomundista.
Así
de la mano la sociedad, la PNP y los jueces como un abrazo imaginario deben
evitar desencuentros entre unos y otros y no detenerse para castigar lo que
merece castigo. Así por lo menos hemos desembarcado en mejor puerto, con una
sociedad más precisa, justa y solidaria ante el crimen organizado y una
inseguridad ciudadana que nadie al parecer, quiere asumir la responsabilidad de
enfrentarla.
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