SE ESCAPÓ POR MIS DEDOS
(EB-19
setiembre 2013)
Era
uno de los muchos estudiantes que mantenía en aula en un colegio privado. Era
humilde, sonrisa tímida, piel cobriza, y ese halo de talento en el dibujo y la
pintura que me lanzó hacia la deliciosa manera de ver a quien disfruta de tan
dignos y divinos dones. Era hijo único, con madre ya mayor y sobre esta tierra
mágica construyó las más hermosas pinturas que vi en un estudiante de
secundaria.
Concluyó
la secundaria y decidió ingresar a la Escuela de Bellas Artes de Lima. Allí
vivió la ilusión del último hombre interesado en el arte plástico. Allí los
profesores supieron sacarse el sombrero para aplaudir su talento. Pero también
allí aprendió a rodearse de aquellos parásitos que creen que ser artista es
ingresar y permanecer en el mundo de las drogas, el alcohol y la bohemia mal
entendida. Así Félix, chico inocente y bien criado, aprendió a desarrollar su
talento, a la vez que lo iba matando con trasnochadas juntas de bohemia arrabalera.
No
le importó el dolor que significaba para su madre verlo ausentarse días del
hogar y que problemas bronquiales atacaran mermando su tiempo y disponibilidad
para crear. La droga y el alcohol lo llevaron a entender que se derrota a la
vida y se elude la muerte “sacando la vuelta” a las costumbres conservadores de
un pueblo como el Perú. Así los ruegos de su madre, sólo recibieron la espalda,
y los caminos se fueron cerrando a la sombra de la víctima olvidada.
Si
hay quienes trabajan para convertirse en víctimas, golpeando la vida,
haciéndose frágil ante las inclemencias, llegando a sentir el gran dolor de
deshumanizarse, ese es Félix. No hay duda que aprendemos que la penitencia es
sacar cara por nuestros defectos y pasiones. No hay duda también, que hay
trances irrecuperables en toda vida juvenil. No queda duda que hay quienes
caminan ciegos atentos a otras voces y a otros disparatados gustos.
Fui
a vivir en el extranjero, conocí otras playas y otros castillos, bajé el cielo
y sonreí a la vida sin miedos. Aumenté mi currículo como artista y profesor de
arte, fui un hombre con luna para soñar y con sol para independizarme de la
tierra y atreverme a pintar siempre. Conocí el aplauso, la prensa sometida ante
el talento, el rápido pensamiento para la respuesta, el ciclo de conferencias
obligadas para sostener económicamente mi permanencia en cada ciudad. Aproveché
cada día, cada minuto para hablar, crear, escribir, y hacer amigos. Amé con
ternura y residí en un apartamento caribeño durante buen tiempo. Conocí la
revolución del general Torrijos, y la cultura de América Latina en su mejor
distancia. Abrí mi pecho a las golondrinas que cantan bonanzas infantiles para
llevarme camino hacia el arte naif contemporáneo. Y una tarde regresé a Perú
para reencontrarme con mi historia, mi
raza, mis colores, mi familia y el amor en otro territorio.
Aquí
nació nuestra única Carla Paola, y aprendí
como diseñador a ilustrar con mi talento cada temporada de colección
textil. Pero el tiempo no demoró en mostrarme a Félix desatado en un bohemio
atrapado a la distancia por sus pasiones, maniatando la vida sin muletas,
formando en solitario el mundillo de los que entendieron mal el mensaje del
arte, Ahora desquiciado, con zumbidos poco locuaces en su mente, ajeno
totalmente a la pintura, siempre sonriente, como feliz por lo que hace, como
queriendo construir con sus manos los pocos apuntes y las muchas fotocopias que
vende de autores desconocidos en su mochila gris.
Siento
que Félix se escapó por mis dedos en mi afán de hacer de cada uno de mis
alumnos un personaje de bien. Un seguidor de la línea recta que nos exige la
vida. Un ángel cantando sus propias glorias, el eslabón encontrado a la luz del
sol, ajeno a muros, y recónditos espacios cubiertos por el mal.
Ajeno
a la riqueza, huérfano materno, sin espadas para luchar contra nada, sin sombra
para proyectar su diseño pintando los sueños de la luna….así ha abierto mi
corazón para trasmitir el dolor que significa un talento perdido, un alucinado
personaje caminando por las calles implorando un recuerdo, una primavera
ausente por un otoño dueño de todo su espíritu. Félix es un desgarrado dolor
frente al dolor, con el dolor inútil de una vida desperdiciada, de un talento
debilitado, de un silencio cruento, de una herida que no cierra…..
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