Perú:
¿porqué su gastronomía es única?
En
la previa de la feria Mistura, hacemos un recorrido por los restaurantes que
están a la delantera en la "cocina novo andina".
Por Alejandro Maglione
Especial para ConexiónBrando
amaglione@lanacion.com.ar / @Crisvalsfco
Fui a Lima con la intención
de husmear como iba a ser la Mistura de este año, que al momento de publicarse
esta nota, todavía se está desarrollando. Pero tuve un leve desvío, motivado en
la intención conjunta de las autoridades de PromPerú (que nos pusieron un ángel
de la guarda, llamado Daniel Cavero, como anfitrión todo terreno) y del
Presidente de APEGA, Bernardo Roca Rey (que además sumó a Javier Moreno, su
jefe de prensa, para atendernos), para que un puñado de periodistas
extranjeros, hiciéramos un intenso recorrido por algunos de los principales
restaurantes en los que se está realizando lo que se llama "cocina novo
andina".
Para todos, y para mí
particularmente, fue una experiencia impactante. El nivel que encontramos en
nuestro recorrido dejó a las claras expuesto porqué este país ha logrado
colocar a uno de sus restaurantes - Astrid & Gastón - entre los 50 mejores
del mundo, según la selección que hace la guía San Pellegrino. Pero el
descubrimiento o constatación más concluyente fue que, atendiendo al resultado
de la investigación que vienen haciendo los cocineros locales de sus productos
locales, ya sea amazónicos, andinos, de la sierra o la alta montaña, la
gastronomía peruana de hoy es imposible de trasladar más allá de las fronteras
del país.
Es tal la diversidad de
productos que fueron poniendo en nuestros platos, que asombraron por igual a
canadienses, franceses, italianos, brasileros, norteamericanos que formaban
parte del grupo. No nos daba el tiempo para comer y anotar las explicaciones
sobre los productos. Todos orgánicos y de frescura perfecta.
Comencemos por la propuesta
más simple y sigamos profundizando en complejidades en una apretada síntesis.
Sí, le anticipo que todo sucedió en tres días y medio, así que fue literalmente
una maratón gastronómica, a la que hubo que sumarle todo lo que iba pasando en
Mistura, que tampoco fue poco, sino todo lo contrario.
Pongo en primer término a este lugar, a pesar
de no haber sido el primero, por la sencilla razón de que se trata del que
regentea el maestro Javier Wong, un señor de edad indefinida, que algunos dicen
que pisa o pasa los 80 años de edad. Pudimos ir a comer a su lugar porque su
médico le prohibió participar de Mistura este año, donde Wong estilaba preparar
personalmente un promedio de una tonelada y media a dos toneladas de lenguado
en forma de ceviche, durante toda la feria.
El lugar es lo que los
peruanos llaman unhuarique, algo que nosotros llamaríamos un boliche. Es a
puertas cerradas, por lo que es imposible entrar sin reserva previa, y hay no
más de 10 mesas. Wong prepara personalmente, en el momento, y a la vista de los
clientes, todos los platos. Nada, absolutamente nada, está previamente
preparado. Usa para filetear un cuchillo que le proveyó un experto japonés, que
se tomó 25 años para desarrollarlo (pensé para mis adentros "solo un
japonés se pasa 25 años pensando en como hacer el mejor cuchillo" ). No
creo que pueda volver a degustar, salvo que vuelva a su lugar, un ceviche de
hongos con tal variedad y profundidad de sabores.
Su cocina no tiene techo
(sic) y tiene solo un anafe para saltear los platos calientes. Dos asistentes
limpian todos los utensilios para que estén listos para el siguiente plato que
preparará Javier. Me llamó la atención su cálido recuerdo de Ernesto Lanusse,
el hijo de Dolli Irigoyen: "la gastronomía latinoamericana no se debe
privar de un hombre como Ernesto. Merece ser más conocido.". Le prometí
contarle a Ernesto su comentario.
Es el restó que montó solo
el chef Rafael Piqueras. Como en todos los demás, tuvimos que estar con lápiz y
papel traduciendo los platos. Desde el "abrebocas" arrancamos con
conchas de Casma, que viene a ser un balneario a 6 horas de Lima hacia el
Norte. Conocimos el plátanobellaco -que quiere decir enorme-, las papas Runtus
como así también las leonas. Las langostas eran de Mancora. El jugo era de
Porcón de Cajamarca. Porcón resultó ser una granja de una comunidad
autosostenible, cuyos miembros no beben alcohol.
Seguimos. Un pescado fue
acompañado de panceta de Korobuta, que es un cerdo negro local (imaginé que
podría ser nuestro "majano" de Salta), a la que sumó la cocona, un
fruto de la selva. LlegC la chonta de Tarapoto. Le explico: es un palmito
deshecho en fibras finísimas y el lugar se refiere a lo que se llama la
"selva alta" (la chonta aparecería cotidianamente en nuestros
platos).No faltó el aguaymanto, una frutita amarilla que también se nos sirvió
con frecuencia.Otro acompañamiento que nos seguiría al cabo de diferentes
comidas sería la cuchuru una alga deliciosa, con sabor entre uva y alcaparra,
que se encuentra en los lagos andinos a más de 3000 metros de altura.
En los postres aparecieron
los habituales limeños como el tres leches, hasta que hizo su aparición el
chocotonka, siendo que la tonka es una inhallable semillita muy amarga. Y los
vinos, en este lugar, fueron dos argentinos: Ikella Cabernet Sauvignon 2008 de
Melipal y un Gewürstraminer de Luigi Bosca. Luego un Morandé Pinot Noir 2008
chileno y el Quinta da Aveleda 2010 un vinho verde portugués. Mi recuerdo a
Angelo Cortés que nos atendiera, y a Piqueras que se sentó en nuestra mesa a
charlar sin tiempo.cuando terminamos la cena., claro.
Nos recibió el propio Gastón
Acurio, que puso sobre la mesa de apertura una botella de champagne Ruinart. No
sé si en mi homenaje, o del chef ecuatoriano Gino Molinari presente en la mesa.
Luego desplegó un menú de primavera, donde recorría la historia del hombre en
17 pasos.
No puedo detenerme a
describir los platos. Solo le puedo decir que, como en todos los otros lugares,
el servicio fue impecable, que esta oportunidad fue Sandro que nos atendió. El
mozo peruano de este tipo de restaurantes es educado, servicial y conocedor de
la preparación de todos y cada uno de los platos. Otra característica común es
que siempre hubo uno que manejaba idiomas, para comunicarse con los
extranjeros. Y además, por la variedad de vinos que nos sirvieron, siempre, en
todos los lugares había sommeliers bien preparados. Estos profesionales
expresaron con gran educación, su interés por venir a conocer las zonas
viñateras de nuestro país, así que a ver si se despabilan nuestras bodegas y
los amigos de Wines of Argentina, que tan buena tarea realizan trayendo gente
de afuera. Los peruanos esperan.
Pero volviendo a lo de
Gastón. Aparte de Molinari, estaba en mi mesa Mariella Lazaretti, que dirige la
revista Prazeres da Mesa de Sao Paulo, que también tiene miles de platos
recorridos, y los tres coincidimos en que la presentación de los platos era
algo único. Luego sabríamos que el dueño de casa tiene contratada a una dama
que solo se ocupa de pensar en el diseño de sus platos, amén de un especialista
en mímica para enseñar a los mozos posturas corporales adecuadas a la hora de
servir.(no están locos los de San Pellegrino, evidentemente).
Le cuento solo el primer
plato: un nido hecho con restos de palmera, en el que venía un
"huevo" abierto, donde se veía la "yema", que se comía
completo con "cáscara" y todo. Claro, no había ni un poco de huevo en
toda la preparación. Entre el ramaje había pedazos como de comida para los
pichones, que uno comía e iba descubriendo sabores cada vez más deliciosos. No
es fácil tener a nadie 4 horas comiendo y bebiendo. Acurio lo consiguió con
nosotros.
Vamos a seguir charlando,
porque tengo que contarle de La Gloria, Mayta, El mundo Nikkei y el Huaca
Pucllana. ¡Ah! y de Mistura, de lo contrario sufriré represalias de Roca Rey
que me obligará a tomar más de su pisco Larroca -el mejor que he probado-. Lo
cierto es que algunos de los ingredientes que le he contado ya le permiten
imaginar que las posibilidades de que esta cocina viaje exitosamente, son
pocas. Los productos tienen una frescura, unos sabores y unas variedades
únicas. No me quiero despedir sin contarle que los muy expertos hablamos de la
quinoa blanca y la roja. Allá supe que hay y consumen ¡280 variedades de
quinoa! Así que la cosa no tiene vuelta: ¿quiere comer la comida peruana de
Perú? Vaya a allá. Aquí comerá excelente comida de los pocos platos que pueden
viajar, el resto lo está esperando en Lima, Cusco o donde quiera ir a probarla.
No dejará de sorprenderse.
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