¿SERÁ CIERTO ESTO?
(EB-3
noviembre 2013)
Hace
varias semanas, después de sufrir un accidente la víspera de mi cumpleaños,
noto que hay una ligera lluvia de ideas que me dan vuelta en la cabeza. Por
ejemplo como que no estudié nada y todo salió de mi cerebro de improviso.
O, como que tengo las manos bañadas en
salitre. En algún momento me he sentido un príncipe rodeado en mi corte de
intelectuales, artistas y saltimbanquis. Pero la negra noche tiene siempre una
nueva edición para engañar a mis sentidos y hacerme creer que tengo miedo,
dolor o pánico a lo que pueda sucederme. Nunca comienzo, sin terminar algo.
Nunca busco lo que tengo en algún lugar escondido. Vivo insomne, absurdo, y
dispuesto a romperme las pestañas por descansar a la hora que mi cuerpo lo pide
y mi almohada me espera.
Me
siento como un caminante sin destino, ciego ante la luz de la luna de octubre y
en eterna penitencia. Me siento fabricado de barro a imagen y semejanza de otro
creador, el menos deseado, el que se mueve en las nieblas de madrugadas
infernales. Mis manos se van convirtiendo en tubos de cuero con espinas como
los cactus, enredando mis piernas y rascando mi cabeza. Estoy despierto y estoy
dormido, estoy furioso y estoy pacífico, juego y vivo, pobre de mí tan frágil
humanoide que odiarme suelo. Mi memoria como un canal de cable gira alrededor
de mis cabellos y me produce temor, miedo, noches estrelladas donde se esconden
insospechados retratos de Van Gogh y las odaliscas de Matisse.
Entonces
la línea recta de mi ejercicio vital empieza a zigzagear como un río que no
conoce primavera, o como una visita alrededor de la nada. Así los muros a mi
alrededor crecen y cantando de pie me convierto en un pasajero viajante o en un
viajante pasajero.
Algunas
veces blando, débil, colorido, me cubro con banderas para esperar la madrugada
y al garete llegar al mejor puerto donde las hormigas no crecen y los toros no
son sacrificados. Otras tantas veces multiplico mi sombra para disfrutarlas
mirándome en el espejo, donde el horizonte está perdido, donde un ángel de la
guarda está cansado esperando qué hacer por mí, y cómo entrar a mi corazón para
en tres semanas cambiar mis desesperanzas, mis tristezas, mis llantos, mientras
pétalos de rosa limpian mis mejillas suavemente con amor.
Hace
varias semanas tengo un vacío descarnado, pálido como mi rostro y oscuro como
mis labios. Entonces me toco y me doy cuenta que existo, que estoy en el Monte
de los Olivos llorando, abrazado a una cruz, con las dos Marías a mis costados,
y un poco de tierra impregnada de sangre
cayendo sobre mis hombros, latiendo dentro de mi pecho, con la rebeldía
que me quitó los años, con la batalla que voy perdiendo cada día, con el
recuerdo de saber ¿quién soy y si existo?
Mis
venas se inflaman, mi boca se seca, mis ojos se cierran y me balanceo en mi
lecho. Para descansar, al fin, que es lo que más valoro para sentirme
cotidianamente feliz……..
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