ESTABAS ALLÍ MADRE
Cuando
luego de engendrarme en un embarazo molestoso, vine al mundo el miércoles 9 de
setiembre de 1942, a las 12 del día de pies y en silencio…estabas allí, para
endulzar el inicio de mi vida.
Cuando
en algún momento una fiebre, una caída, o una lágrima dañaban mi cuerpo y
apagaba mi espíritu…estabas allí para curarme.
Cuando
di mis primeros pasos, y lloré a gritos mi hambre, mi sueño y mi alegría…estabas
allí para apaciguar mis iras.
Cuando
a los 3 años me llevaste a una escuela para aprender las primeras letras de la
cartilla que mis manos y tus manos tomaron muchas veces…estabas allí para
enseñarme la lección de cada día.
Cuando,
ya crecido fui a la escuela primaria: planchabas mi uniforme, me enseñabas la
prolijidad del baño, el cuidado de mis dientes y el peinado de mis cabellos…estabas
allí para ilustrarme con ternura y paciencia.
Y en
mis primeros juegos de niño: el trompo, la cometa, el bolero, chicote quemado,
las estatuas, lingo, palitroque, y otros…me educabas para hacerlo de la mejor
manera frente a los otros niños… y estabas allí para recordarme que después del
juego, un baño es más que necesario.
Cuando
la vocación religiosa me llamó y tuve que viajar a Arequipa…tú estabas allí
renunciando al adolescente para entregarlo en silencio cristiano al único Dios, que me enseñaste en vida.
Más
tarde cuando decidí entregarme al arte, y luchaba por ser el primero…estabas
allí para continuar mi sueño. Y me motivaste a disfrutar de los colores, las
formas y el diseño, cautivando lo bello.
Siempre
estuviste allí, donde tu corazón ponía amor, frescura, entrega miles de veces.
Siempre estabas allí para sostener el espejo que reflejase tus virtudes y
olvidase mis defectos. Estabas allí para con un beso, una caricia o tu sonrisa
pudieses hacer más fácil mi mundo, el de mis hermanos y tus nietos, el mundo de
todos. Porque sólo en ti la ternura aprendió a ser virtud, y tu silencio atrajo
la bondad de todos, y la exquisitez de tus comidas despertó apetitos en el
cielo.
Sólo
tú que hoy físicamente estás lejos, puedes seguir compartiendo tu amor grande
como el firmamento, tu voz oportuna, tus cabellos canos, tus manos suaves, tu
amor profundo, tus latidos prodigiosos que me alejaron del abismo…y sé que a
pesar de todo sigues estando allí para alegrarme.
¡Bendita
seas madre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario