¡FELIZ DIA DEL PADRE 2009 ¡
(EB-19 de junio de 2009)
(EB-19 de junio de 2009)
El cimiento de la familia es el padre. La madre es, las columnas que posando sobre él, permiten construir la gran casa del amor y del ejemplo. Sin familia, la sociedad está muriendo, se materializa, se corrompe, se amorfa. El padre, es un ser humano con virtudes y defectos, con pasiones y frenos, con instintos y sentimientos, ventanas abiertas al mundo que le enseñarán en secreto durante toda su vida, el papel que la naturaleza le regala.
En el siglo XXI es un ente viajero por linderos de su mundo interior, el de sus ideas, el de sus dudas, y los del mundo exterior que lo obligan a continuar desempeñándose con respiración natural, juguetonamente, el personaje que ahora significa para su pequeño. El padre deja de soñar, para enfrentarse a la realidad de una nueva vida. Debe mirar de frente, manejar la situación, respetar su conciencia. Debe ser apasionado para vivir los latidos que le indica su corazón. Debe educar con el ejemplo, valorar el saludo, leer un libro...de vez en cuando sonreír, ser amable, jugar y no olvidar que una lágrima y una caricia al hijo no lo hace menos hombre.
Debe evitar sofocar o fastidiar a su hijo, sin dejar de tener la mirada puesta en su desarrollo y crecimiento personal, dándole la libertad de elegir un camino. No preparar la vida para su hijo, sino prepararlo para la vida. Cotidianamente debe obsequiar a su hijo confianza, seguridad, honestidad, sentido del deber, puntualidad...todo lo demás vendrá por añadidura.
Mi padre Carlos Enrique Bustamante (Lima 1912-2004), izó las banderas de la lucidez y la inteligencia para educar a sus hijos. Apegado a su hogar, era autoritario en sus principios y en sus ideas y con el tiempo aprendió a respetar las nuestras. Supo captar los matices y las diferencias del hogar que formamos cada uno de nosotros. Nunca nos faltó su aliento, su consejo, su mano amiga, la embriaguez de su carisma. Tomando siempre muy en serio los valores familiares., nos guió poco a poco a la tierra prometida, donde la belleza del paisaje tiene sabor a triunfo y nos lanzó a la conquista obligada de nuestra propias vidas. Hoy, hay que verlo sonreír donde está, porque su meta afectiva y espiritual ha sido alcanzada.
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