ARTE
KITSCH
Muchas terminologías confunden en vez de ilustrar,
a los que desean entender del arte y sus expresiones a través de la historia. En
el arte ha habido ecuanimidad y abuso en sus diversas manifestaciones. Algunos
“ismos” surgieron de estudios profundos sobre la naturaleza y el hombre como
sentimiento y forma. Otros nacen para solucionar necesidades de consumo, o
brindar la oportunidad de consumirlas. Algunos hacen arte para vender, y otros
compran arte para ostentar.
Ubicarse entre los consumidores de arte, es
ingresar a un sin número de opiniones que van desde las alturadas e
incomprensibles, hasta las simples y populares. La verdad es que el hombre en
su naturaleza forma parte de lo que se conoce como “sociedad de consumo” o
“civilización del consumo”, dicen otros. Esto indica que hay gente para
descifrar y entender el arte y gente para abstraer su razonamiento, sobre la
existencia del arte como una expresión humana de belleza.
El hombre de las sociedades occidentales se
considera impulsado al consumo de productos. A comprar por consumir. A utilizar
mercancías para satisfacer incógnitas razones en muchos casos. Hay un silencio
entre comprar entendiendo lo que se compra y comprar por solo comprar.
El mejor ejemplo del consumismo se da en “la moda”
de la indumentaria o ropa. Es desechar lo que estando en buen uso y siendo útil
porque cumple su función, se le califica de “estar pasado de moda” por el
simple hecho de comprar, consumir para actualizar la vestimenta. Consumir se
convierte en destruir, extinguir, desechar, botar, etc.
Actualmente, está en moda vivir en edificios de
apartamentos, para lo cual se ha destruido la belleza arquitectónica de la
ciudad: hermosas casonas, de estilos aplaudidos, se convierten ahora en
multitudinarios albergues de gente, en viviendas muchas veces reducidas en su
espacio, por el solo hecho de modernizarse en la sociedad consumista de esta
época. No importa si la arquitectura del edificio nos recuerda los nichos con
lápidas de los cementerios o camposantos de nuestras ciudades; o si estamos
expuestos a una catástrofe con consecuencias no meditadas.
En esta sociedad de consumo los individuos son
forzados a consumir por medios artificiales más allá de sus necesidades: de
persona a persona, avisos publicitarios, televisión, medios hablados (radio) y escritos
(prensa). La publicidad contribuye a cerrar el círculo mágico, pues su uso
grava en precios los artículos que anuncia, en un porcentaje elevado, de modo
que el consumidor es quien lo paga, cuando compra.
El llamado “Arte Kitsch”, es despertar en los
consumidores interés por el consumismo para mantener o escalar el status
social. Así esta sociedad consumista ha mal entendido que el arte kitsch es un
arte de sustitución de otras necesidades u otros impulsos. Pero el consumo se
ha democratizado: productos y servicios que antes eran privilegio exclusivo de
las élites dominantes, en la actualidad se hallan al alcance de todos. Lo mismo
pasa con el arte. Sin duda que el consumismo, ha producido una auténtica
transformación de la vida con arreglo a los cánones anteriores. Es decir, ha
puesto los bienes a disposición de todas las personas. El arte, como
consecuencia, ha sido autorizado por sus creadores a formar parte de este
consumismo masivo y no docto en estética. En otros tiempos, llámese
renacimiento por ejemplo, estética y utilidad coincidían. Modernamente, ambos
se han convertido en terminologías
confusas para el entendimiento popular, y en muchos casos pasan desapercibidas.
Pero también debemos tomar en cuenta que en el
siglo pasado aparece el diseño industrial como un elemento nuevo. Dicen “se
trata de la forma viva por sí misma, independientemente de su contenido”, es
decir, el nuevo sentido del diseño se trata a veces incluso de enmascarar el
aspecto utilitario del objeto que reviste, de forma que colocado en un salón o
en un despacho el visitando no advertido, ignore lo que es el objeto que está
viendo.
Para su época el Kitsch fue un arte nuevo, lo que
tiene un poder de atracción considerable. El concepto de lo nuevo satisface
plenamente a las masas y está anclado en su psicología. Hay sectores comúnmente
tenidos como “espirituales” donde la presión de la sociedad de consumo es
notable: en la cultura, en el arte, en la comunicación estética en general. Es
lo que se llama “subcultura” y lo Kitsch está involucrado en él.
Yo lo llamo el “Arte de los Pobres”, porque sus
medios económicos, no permiten adquirir obras costosas y de artistas famosos Es la
producción de artistas con bajo potencial económico, para consumidores de igual
razón. Como arte, contempla todas las formas de expresión estética, de
materiales diversos, de menor costo y alegres colores. Aunque es considerado
“populachero y muy popular” se encuentra piezas de arte kitsch en todo el
mundo.
El término se usa para objetos artísticos y
decorativos muy ostentosos, pero de mal gusto. Se aplica como tal en la
arquitectura, la decoración, representaciones artísticas, etc. Lo kitsch es una
denominación que se da a lo feo, del objeto fuera de las reglas habituales de
lo estético.
Pero la palabra “Kitsch” define el arte
considerado copia de un estilo existente. También se califica así a cualquier
expresión artística que es pretenciosa, pasada de moda o de muy mal gusto. El
término empezó a usarse en Múnich (Alemania) a fines del siglo XIX, para
describir los dibujos o bocetos baratos o fácilmente comercializables. Lo
kitsch era lo que gustaba la nueva burguesía que pensaba, como muchos nuevos
ricos, que podían alcanzar el estatus que envidiaban a la clase tradicional de
las élites culturales, copiando las características más evidentes de sus
hábitos culturales.
Lo kitsch era considerado entonces
estéticamente empobrecido y moralmente dudoso. Eran objetos donde se involucraba
un secreto desprecio y el deseo de diferenciarlo del “arte culto”, por lo que
las piezas se realizan en materiales económicos.
En
Latinoamérica el término “kitsch” es usado para definir una “Kultura
kisch” en Argentina, programas de mal gusto en la televisión en Chile, lo
sobrecargado de elementos decorativos recibe el vocablo de “polo” en Costa
Rica; en México lo llaman “naco” para definirlo como un arte vulgar, en Perú es
“huachafo”.
Como vemos la difusión, interpretación y
calificación del arte kitsch está vigente en los pueblos y culturales del mundo
con igual identificación de lo burdo, lo huachafo, lo cursi, la mala imitación,
lo estridente y cuantos otros calificativos más.