RETRATO DE FAMILIA
Mis
sobrinos-nietos son un retrato que estremece mi todo, cuando los veo. Están
escribiendo su propia historia, al escribir la mía. Su vida es verdor, la mía
es un juego de todos los días con la vida….y con la muerte. La vida es murmurar
en silencio mientras elevamos oraciones a Dios y vamos superando el diario
vivir, Se vive tantos años como un legado que recibimos genéticamente de
nuestros ancestros. Los míos siempre pasaron los 80 años, espero vivir esa
cifra para ser útil por mí mismo, caminar
erguido y levantarme cada aurora.
CALEB,
es de mis sobrinos-nietos ,quien con una
mirada y sonrisa permanente, parece trasmitirme un mensaje que estoy tratando
de descifrar hace un buen tiempo. Luego le sigue GAETANO para quien la vida es
un juego de siempre aprender y saber mantener el silencio cuando es necesario.
Es muy sociable, le gusta hablar y contar sus vivencias a todo cristiano que
cruza una palabra o un afecto con él. Esta FLORENCIA LUNA que estudia en el colegio
francés donde soy el profesor de arte. Se ha ido acostumbrando poco a poco a la
rutina escolar y para ella cada mañana es el comienzo de un día mejor. Cuando
me ve, corre como una gaviota a abrazarme y mimarme con la sombra de su sonrisa
tan angelical como melancólica. También tengo a una niña llamada ASTRID, le
gusta la ropa bonita y siempre tiene un motivo para revolucionar nuestro ánimo.
Está el coqueto ADRIANO, que abrevia nombres de las personas cercanas para
hacer más fácil la lectura. Hoy estuve con él y me regaló muchos besos y sus
relucientes ojos para fascinarme con sus rulos. Luego sigue ALESSANDRA, que es
la mayor de todos (7), metódica, coqueta y sabelotodo. GIORDANA, tiene 4 añitos, pero actúa como si
tuviera más. Es la que roba el corazón de Pedro e Isabel sus padres. Está SEBASTIÁN,
hermano de las dos últimas, que hace de las suyas cuando su padre se ausenta
por razones de su trabajo. Finalmente, el más pequeño de todos (2 meses),
madrileño porque nació precisamente en Madrid, cuyo nombre MARCO ADRIANO, me
recuerda algún emperador romano no anotado en la historia.
Estos son los que siendo hijos de mis sobrinos
carnales, puedo disfrutarlos. Me apena no poder lograr lo mismo con los hijos
de mis otros sobrinos.
Verlos
es estar en el más hermoso jardín de toda mi existencia. Es encender la luz de
mi alma, para entender que la vida nos va quitando cosas y nos va regalando
otras. La verdad, que a mi muy pocas cosas me ha quitado. Siempre el cielo me
da m{as de lo que necesito. He ganado el claxon del saludo, la reverencia de
las canas, los puentes que hace la gente para llegar a mí y contentarme con sus
sonrisas y sus abrazos.
El
tiempo me va obsequiando la noche con miles de estrellas titilantes que
ingresan a mi taller para seguir creando, los colores que invaden mis ventanas
para colgarlos en mis lienzos, la ausencia de las fatigas cotidianas que nos
cansan a los viejos, y una bandera rojiblanca para agradecerle al cielo el ser
peruano. Así en una esquina de mi vida, puedo reunirme imaginariamente con mis
sobrinos-nietos y decirle que cuando cada uno de ellos fue naciendo, fui
renaciendo benévolamente a la vida, fui como aprendiendo a habitar en otro
cuerpo con otra alma, fui caminando dejando de ser yo, para continuar siendo yo
mismo.
Hay
una extraña ausencia de lo eterno en la vida de tantas personas, hay una fe que
se convierte en garfios en la conciencia de tanta gente, que mis sobrinos-nietos
han logrado paulatinamente y sin saberlo lo posible, lo profundo de lo que
llamamos esperanza. La esperanza para seguir evolucionando, para resucitar en
el nacimiento de cada uno de ellos, para no naufragar en el mar de las envidias
y los deseos malos, para acostarse sin sentirse derrotado, para sonreír,
siempre sonreír con mayúscula y humildemente, por la descendencia familiar que
el cielo me tiene prometido. Amén.
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