RETABLO DE ILUSIONES
Hoy conocí Villa El Salvador y el
Parque Industrial y viajé por primera vez en el llamado Metro de Lima, o tren
eléctrico. Ha sido una experiencia que como un retablo de tres niveles me ha
mostrado las cosas buenas que hay en Perú de lo que no estamos enterados.Muchas
veces cometemos el error de desconocer cosas, y opinamos de ellas sin
conocimiento, sin información in situ, en representación de las miles de
personas que hablan de algo teniendo una nebulosa información de las mismas.
Eso me ha pasado durante mucho tiempo, hasta que he aprendido a salir de mis
dudas, estando en el lugar, conociendo a la gente, visitando sus
establecimientos.
Originalmente conozco el metro en
otras ciudades del mundo y tienen el mismo protocolo, los mismos asientos y más
o menos las mismas costumbres. Pero el metro nuestro está sucio, mal cuidado,
un tanto confuso y necesitado de un gemelo que vaya desde Chosica hacia el Callao, y con el tiempo alargar su
ruta hasta Huacho y por el sur a Ica, porque Lima seguirá siendo cada vez más
grande, su población se duplicará y se convertirá en una saturada metrópoli del
continente.
Me parece genial viajar en tan pocos
minutos desde la estación Grau hasta el distrito del sur. La gente no tiene las
buenas costumbres que hacen placentero el viaje, aunque no me quejo, me
atendieron en el asiento preferencial con cortesía inesperada. Es un medio que
ha facilitado la vida de millones de limeños, quienes se trasladan a sus
centros de estudio y trabajo con rapidez inesperada en los micros y buses que
pululan por la ciudad haciendo terrible la distancia y cruel el viaje.
Estando ya en Villa El Salvador,
visité comercios, tiendas de muebles, ferreterías, tiendas de decoración, que
no tiene nada que envidiar a la mejor de la capital. Incluso hay una parte
donde artistas plásticos venden sus pinturas, tallas, creaciones originales, y
hasta muebles tallados al mejor estilo colonial.
Es un precioso litoral para recorrer
incluso con la familia por la seguridad que brinda la visita y por lo cultivado
de sus residentes. Al finalizar, me senté con mi asistente Carlos A. Rivera
para disfrutar de un par de bebidas heladas y unos bocaditos para aprovechar el
descanso y hacer los comentarios que amerita el descubrimiento de un lugar de
nuestra Gran Lima que ignoramos.
Regresando me sentí orgulloso de cómo
miles de otros tan peruanos como tú y como yo, levantan sus viviendas humildes
convirtiéndolas en material noble, creando parques y jardines, para que todos
nos sintamos contentos del orden en nuestra capital. Bien harían las
autoridades del rubro en prestar ayuda para que Lima siga creciendo con orden,
belleza y hablemos el mismo idioma, el del progreso de todos y la felicidad de
nuestro Perú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario