HABEMUS
PAPA
(EB-20
febrero 2015)
El
mundo se contentó cuando en El Vaticano anunció la elección de un nuevo papa
con el nombre de Francisco, de origen argentino. Después la breve historia ha
demostrado que el Santo Padre es un verdadero pastor y perfuma con su sencillez
del mundo de lujos y lujurias que históricamente ha sido este lugar. Y es que
como una yerba de oro la popularidad de nuestro Papa es gloriosa, ejemplar y de
una escala infinita.
El
Santo Padre ha comprendido que ha tomado las riendas de una iglesia católica en
crisis. Ostentación, lujo excesivo, alejamiento del pueblo en la absurda
creencia que los prelados son “príncipes o reyes” intocables y que deben vivir
entre el derroche, el lujo y la ausencia total de virtudes cristianas. Procesiones
donde los prelados desfilan ataviados de oro, plata y piedras preciosas
mientras su feligresía no tiene para comer, ni vestir en la más profunda
pobreza. No es novedad que la santidad viviente de un Papa como Francisco,
intente mover el corazón de los millones de creyentes en el mundo para mejorar,
corregir, y aplaudir los cambios y el arreglo de las cosas que estaban y aún
están mal.
Una
iglesia donde se rompe el celibato, donde la pederastia es sinónimo de
hipócrita “santidad”, donde la homosexualidad
es encubierta y una permanente fuga de católicos a sectas de estallidos
cruentos, deja mucha tarea para un argentino que ama del fútbol y da su vida
por los niños, los ancianos y los enfermos como vemos en las tomas de los
medios de comunicación mundiales.
No
es que en otros grupos religiosos no existan los pecados capitales que
encontramos en nuestra Iglesia, sino que por ser menos su feligresía y el
fanatismo inminente, permite no darnos cuenta por ahora de la gravedad del
asunto. La aparición de grupejos de “creyentes” en casas, departamentos,
casonas o lugares alquilados en todas partes del mundo, albergan hace ya muchos
años y cada vez con más abundancia a engañados e incontrolables gestores de la
verdad bíblica a su particular manera.(Predicar con la palabra, pero no con el
ejemplo)
Tanto
daño hace a la Iglesia el fanatismo convenido de sus prelados, como los
detalles que por ser aparentemente pequeños hacen mucho daño a la misma. Me
estoy refiriendo por segunda vez a la Puntualidad como una actitud humana
considerada en muchas sociedades, como la virtud de coordinarse
cronológicamente para cumplir una tarea requerida o satisfacer una obligación
antes o en el plazo anteriormente comprometido o hecho a otra persona. En las
culturas que valoran puntualidad, retrasarse es lo mismo que demostrar
desprecio por el tiempo de otra persona y se puede considerar un insulto.
Eso
es lo que reclamo por tercera vez a los sacerdotes diocesanos que tienen a su
cargo la Parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados en el distrito de
Breña. Si la liturgia es señalada para una determinada hora, el sacerdote no
puede ingresar a realizarla 15 y hasta 20 minutos más tarde de lo pactado.Es
una total falta de respeto a la feligresía y una burla para los valores
cristianos de los mismos.
Comportamientos
así, son los que contribuyen al alejamiento de los feligreses de la Iglesia católica para adaptarse a otro
grupo no católico, por el sólo placer de probar menos desastroso
comportamiento. Después cualquier campaña parroquial para reconquistarlos será
inútil, porque hemos trastornado la verdadera función de nuestras reuniones en
comunidad.
Ahora
podemos deducir que la “fuga de católicos hacia otros grupos religiosos” puede
tener como herida el hecho de no predicar con el ejemplo y no valorar la puntualidad
como un valor cristiano, entre otros.
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