LA PRIMERA
COMUNIÓN
(EB-11 octubre 2014)
Una noche de viernes acostado y en
silencio,. En mi dormitorio contento y abrigado. Una mañana de sábado y presto
a vestirme elegante y formal, luego de salir de la ducha. Entonces el taxi
espera y me lleva por calles complacientes a mi sonrisa de maestro, viviendo
una notable versión que aunque diminuta, a mi
pequeño amigo, le importa mucho.
A medio día de viernes recibí la
llamada de un niño de 9 años. Él se llama Jerónimo. Me pidió que estuviera
presente el sábado en su primera comunión, en una iglesia de San Borja.
Inmediatamente le respondí que allí estaría. Estoy seguro que se lo creyó y yo
busqué las condiciones de tiempo, espacio, clima, ropa y ánimo para no
fallarle. Cómo decirle no a un niño, que además de ser mi alumno en el colegio
André Malraux, es uno de mis artistas más expresivos y talentosos. Estudia el
cuarto grado de primaria, pero su crecimiento creativo es de secundaria. Sí, es
el mismo niño que se sentó frente a la laptop del taller de arte y viendo la
imagen de Machu Picchu, hizo una versión fotográfica a dos colores del
monumento emblemático, que bien serviría para promover el turismo.
Ya en la iglesia un desfile de notable trajes blancos de las
niñas y los varones elegantes con camisa blanca sin cuello iguales, liberaron
toda tensión de egoísmo en los asistentes, para convertir nuestra presencia en
el amparo que necesitan los niños para crecer en un hogar y dentro de una
sociedad, que albergue sus más preciados sueños.
Un sacerdote joven, profusos jarrones
con flores y elegancia en los presentes nos decía que era un día más que
especial para las familias, pero particularmente para los niños. La liturgia
empezó “…tomados de la mano con Jesús yo voy….”La primera comunión fue un
aleluya permanente y aprendieron cómo el cuerpo de Cristo es un milagro de amor
que nos llega para liberar nuestro egoísmo y la división fatal…”
Terminada la liturgia, Jerónimo se
acercó para agradecer mi presencia, nos dimos un abrazo, nos tomaron una foto y
mis palabras fueron cálidas como mi abrazo, para que entienda que todos los momentos de su temprana vida le
importan a sus padres, su hermano mayor, a sus maestros y yo.
Ahora en adelante aprenderá que una
vida dentro de la normalidad de nuestras creencias tiene sentido cuando está
ajena a la ironía de los que con facilidad cambian de creencias religiosas como
quien muda de ropa. Jerónimo y sus
compañeros de primera comunión nos obsequiaron con estampas, y nos envolvieron con la confesión de sus
afectos y su alegría personal. De regreso feliz a mi taller, entendí lo
importante que es estar al lado de un niño desde el principio de su vida, con
la devoción con que se deben hacer las cosas.
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