ESOS DÍAS
(EB-22
junio 2013)
Algunos
dichos del habla castellana, nos hacen filosofar sobre la blancura de nuestra
conciencia o la oscuridad de nuestras actuaciones. Sin duda que “a quien madruga, Dios lo ayuda” es el
más real de todos. Porque cuando llegamos tarde al trabajo, la universidad o la
escuela, todo el día nos irá mal con el jefe, el profesor o nuestro tutor,
respectivamente.
En
estos días cuesta levantarse de la cama. Lejano está todavía nuestro sueño para
traerlo a la realidad del alba. El frío, el viajar, el tener que hacerlo todo
apurado, nos cala hondamente y va haciéndonos una costra de incapacidad para
hacer las cosas mejor.
Recuerdo
que en mis años mozos el frío no era tan intenso como ahora. Parece que a
medida que avanzan los años sentimos más, o es que a la tierra le vino una
sombra de frío, que se adereza con lloviznas antipáticas que invitan al hambre
luego del intenso frío. Entonces comemos más de la cuenta y al final del
invierno estaremos con muchos kilos en nuestra anatomía y con ropa ajustada que
nos obligará a asistir a una mega mega a comprar trapos como locos para nuestra
nueva “silueta elefantiásica”.
Así “ayúdate que te ayudaré”, se repite en
nuestros oídos como una radio e incansable nuestros pies de mueven, para
realizar las cosas que hemos abandonado en el camino donde se van perdiendo
nuestros sueños. Mientras haya seres humanos que se abandonan, la tierra
seguirá siendo el mismo valle de lágrimas de siglos anteriores.
Nada
mejor que estar bien con Dios y con el prójimo. El diablo no debe preocuparnos
porque sin consentírselo está siempre a nuestro lado para tentarnos. Así nacen
las amarguras de los humanos, los odios y las antipatías de quienes los rodean.
Nos convertidos en insoportables y mediocres porque se apaga nuestra sonrisa y
nuestros besos se ausentan.
Aunque
siempre “no hay mal que por bien no
venga”, y es cuando reflejamos en nuestro espejo la guardada sonrisa del
tiempo y la sombra del orgullo ocultados por una estrategia equívoca. Así
cuidamos nuestra casa, nuestros materiales riquezas personales y dejamos las
espirituales para después. Para el último momento como hacemos con las cosas
que se vinculan directamente a Dios.
Porque
hay una mayoría que vive a “Dios rogando
y con el mazo dando” con violentos sudores y lúgubres noches donde las penas están más cargadas y los humores
aprenden a disiparse. Así miran y tratan al prójimo con el peor molde de su
conciencia sin brindar ayuda, sin pensar en bien. Y “quien con niños se acuesta ”siempre amanecerá sentido, golpeado,
maltratado por la indiferencia de los otros.
Y “como gente de buen vivir, al anochecer, a
dormir” volvemos a repetir el mismo disco (léase CD) del día anterior. Otra
vez a lo bueno, lo malo o lo feo de nuestra procedencia de animal inteligente
dicen. Es otro momento para engañarnos haciéndonos creer que somos superiores,
diferente a los demás y que estamos sobre encima del común de los mortales.
Hasta que llega el momento que se rompen las falsas verdades y nos enseñan que “es del mal nacido, no ser agradecido”.
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