MOVIMIENTOS SÍSMICOS
(EB-19
junio 2013)
Los
movimientos sísmicos son anuncios que nos hace la tierra, para darnos a
entender que está harta del abuso que hacemos de ella, de su riqueza, de su
agua que apagando la sed de todos los humanos, se agota por su mala distribución
y conservación.
En
estos días hemos sentido en nuestra ciudad capital, varios movimientos
sísmicos. Es como estar al filo de la navaja delante de un público cruel que no
perdona nada. Es como querer inventar una fórmula donde podamos seguir viviendo
sin estos sustos inesperados, lejos de todo razonamiento humano. Yo me turbo,
pero es cuando todo pasó. En el momento soy una mezcla de Superman, Tarzán y
otros notables personajes de la cinematografía del siglo, pero cuando he
salvado la vida de varios de mis acompañantes o dependientes (entiéndase
alumnos), entonces me quiebro y me convierto en un niño débil que paraliza su
circulación, para sentarse en el primer mueble que encuentro y así reposar del
susto y de la espera para reaccionar.
No
sé si es el pánico igual cuando estamos solos o cuando nos encontramos
acompañados. Estos movimientos hacen honor a su nombre, mueven la tierra, las
casas, los edificios, nuestros apellidos y finalmente nuestro nombre. Entonces
no pensamos en nuestro dinero guardado en la bóveda de un banco, ni en nuestra
respectiva casa, ni en la distancia que vamos a gastar para protegernos.
Simplemente actuamos. Algunos a la deriva corren como conejos de aquí hacia
allá y de allá hacia un sendero perdido. Se embrutecen, se coinvierten en
actores demenciales, cuyas extremidades se sienten desengrasadas y atónitas.
Cada
movimiento es movernos la conciencia, aclarar algunas facetas de nuestro yo que
parece no funcionar bien. Entonces algunos recurren a la oración y se
arrodillan en las calles y veredas haciendo las más insólitas promesas de buen
comportamiento futuro. Otros en cambio, fingen ser valientes y que no les
importa nada, son los superhombres que fabrican las palabras, y son capaces de
abrirse el pecho para enseñarnos un corazón que no late, no se altera, pero
funciona.
Así
vamos atrapando la vida y la vida nos tiene atrapados en el planeta tierra.
Nunca dejaremos de pertenecer a ella y ella a nosotros, porque no existe hoy
aún, la manera de liberarlos de lo terrenal, hasta que la muerte nos aclara
nuestras creencias religiosas. Recuerda que “polvo eres y en polvo te has de
convertir”. Pero seguirás cercano o lejano a merced de los movimientos, y
podríamos ser testigos del holocausto final de nuestro planeta, tan olvidado,
roto, esquelético, bosque negro donde la luna ni el sol iluminan porque estamos
solos ante la adversidad.
Eso
sí más vale salir glorioso que escapar herido de un movimiento así. Más vale
seguir con vida para contarlo, que morir como si una bala nos atravesara el
pleno pecho. Eso sí, quirúrgicamente nos queda el lenguaje mímico, para decir
siempre un adiós, o hasta luego.
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