Fuente: www.trome.pe
EL
RIEZGO DEL PODER
(EB - 11 junio 2013)
Los todopoderosos manejan
masas de gente, poblaciones enteras, numerosos grupos humanos. Los poderosos
dan versiones de la realidad a su particular manera. Están siempre más cerca a
la mentira y más dispuestos a la sobonerìa. Se disfruta de esta, cuando se
llega al poder y se sienten omnipotentes, superiores, poderosos.
Toda posición de poderoso,
tiene su precio y muchos de los que ostentan ese “título”, terminan solitarios,
embaucados, envidiados y despreciados, algunos encarcelados. Porque los
poderosos ríen, sueñan, disfrutan la soberbia y la pedantería como los más
grande placeres. Se muerden los labios para expresar mentiras, ocultando
siempre la verdad. Muchos cubren sus ojos con gafas oscuras, ya que ni un minuto
pueden conversar con el interlocutor a campo abierto.
En los poderosos, la
sinceridad es ajena a sus principios y la pedantería sigue siendo el motor de
su seguridad. Así mientras su ego se infla, su espíritu va cerrando su ciclo de
vida. Se desploman ante la verdad, y fluyen con cara de piedra cuando son
descubiertos. Ni la muerte los afecta, porque tal vez jamás tuvieron vida, o
nacieron muertos desde el principio. Es que la vida sólo tiene sentido para el
poderoso, mientras acumula riquezas y poder absoluto, sobre quienes aplastar
puede. Para ellos, la muerte no está programada en su currículo. Piensan que
son eternos, que el tiempo se ha detenido y que los malos son siempre los que
están situados al frente.
Caminan por urbes desoladas
por el engaño, la mentira, la hipocresía, la herida, y se arrastran como
reptiles mientras espantan toda belleza que existe. Porque los poderosos se
revuelcan en su propio estiércol y en su suite super VIP para disfrutarla por
siglos imaginarios y no realizables.
Así el mundo de los
abusados, de los inocentes escribe el testimonio aclarador como una insignia en
su regazo. Así la vida del poderoso tiene el rostro quemado y camino hacia el
infierno de sus propios fantasmas.
Muchas veces los poderosos
se amparan en textos bíblicos como profetas o anacoretas para engañar a los que
inocentemente forman su séquito y aplauden sus fechorías. El poderoso ha
rechazado el bien por el mal, y ha disfrazado a este como una entrega limpia y
generosa. Así llegan al final de su
vida, retorciéndose entre la agonía y el éxtasis de sus propios errores, que en
el cielo se convierten en graves pecados que mastican el castigo divino y se
pasean con plumajes de fuego.
Grave y cada vez más posible
en su frecuencia, quienes se convierten en poderoso frente a su pueblo, y lo
conducen hacia rutas equivocadas, matando su economía, sus derechos, su
sustento predicando bien y coqueteando con el mal. Grave porque no se puede ser
poderoso infundiendo miedo a las gentes, levantando murallas, descuartizando
sus cuerpos, o mordiendo como perros bravos sus carnes. Grave despintar los
sueños de un pueblo., una sociedad, una comuna o un aula de clase. Poderosos
del mal, del engaño, de la injusticia, de la hipocresía, del abuso,
sorprendiendo cada día con un nuevo ensayo, una nueva ley, una nueva angustia,
otro sueño destrozado.
Un individuo reducido a la
soledad por el poderoso, el peor helado viento que mata sus ilusiones y acaba
con su dicha. Muchos individuos que han visto matar su primavera, negrear las
aguas de sus ríos, o amargura en sus sentimientos más puros…son estremecidas
congojas que se llevará el poderoso a su propia tumba.
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