NO-LA REVOCATORIA-NO
A
propósito de este evento circense que los políticos llaman “revocatoria”
(anulación, sustitución o enmienda de orden o fallo por autoridad distinta de
la que se había resuelto), sigo pensando que es un sepultar para resucitar a la
autoridad. La autoridad existe, lo que se revoca es a las personas que la
ejercen o pretenden ejercerla de la mejor manera. Pero para que exista este
acto, es necesario hacer una campaña presentando a quienes postulan al cargo,
luego una votación y finalmente una declaratoria de quienes salieron elegidos
por el voto limpio, transparente y bien pensado de los ciudadanos votantes.
Aquí
hay una guerra de ignorancia y de caprichos. No es lo mismo revocar que revolcar.
Y parece que los partidarios de uno y otro bando han decidido insultar,
desenmascarar, inventar, despotricar, avasallar, confabular y acusar a su opositor.
Esta no es una guerra con nuestro país vecino, menos el enfrentamiento de
banderas nacionales para saber cuál de ellas es la mejor. Es un absurdo
enfrentamiento entre dos grupo que aún no entienden qué significa NO y qué
significa SI.
Votar
NO es para que las autoridades actuales NO se vayan y continúen con el
ejercicio de sus funciones en total armonía. Votar SI, es decirle a la democracia que ha fallado
en su elección y que los elegidos por “voto popular y mayoritario” deben
abandonar sus funciones y el sitio que ocupaban en la vapuleada municipalidad
de Lima.
Esto
del revocatorio origina sorpresas indescriptibles. Porque así como se revoca a
un alcalde, también en justa ley deberíamos revocar a congresistas, directores,
ministros, y hasta el presidente de la república. Revocar trae consigo una
serie de factores que seguramente usted amigo lector y su círculo de amistades
no analizan. ¿Se imagina usted la alcaldía de la primera ciudad del país
totalmente acéfala?…¿por cuánto tiempo?...¿en manos de quién?. Quién decidirá
concursos ya encaminados como el traslado de los comerciantes de La Parada a
Santa Anita?, el ordenamiento del desorganizado transporte público?, los
hospitales de la solidaridad?, el vaso de leche?, los clubs de madres?, las
escaleras en los cerros?, el transporte del Metropolitano?, el Tren eléctrico?,
el velatorio municipal?, los mercadillos de Polvos Azules, Polvos, Rosados, Las
Malvinas?, ¿quién se preocupará porque nuestra capital no pierda el rumbo que
le ha costado casi 500 años?
Porque
es muy fácil para el peruano poner vallas y obstáculos en la labor de una
persona, pero nunca en su propia labor. Actualmente, hay un respeto por la obra
iniciada por la autoridad municipal anterior, se ha evitado cambiar nombres a
instituciones que ya existían y gozaban de una marca, se ha seguido manteniendo
parques y jardines del Servicio de Parques de toda Lima, etc.
Ahora
quienes lleguen a la alcaldía vacante por “decisión popular” se encontrarán con
jardines descuidados, árboles muriendo de pie. Desaparecerán las líneas que
prohíben el estacionamiento en determinados lugares, para dar paso a la informalidad
de siempre, al urinario público de los taxistas, el permanente abuso de los
jóvenes grafiteros que ensucian los muros de cuanto lugar encuentran, y los
ladrones, asaltantes y maleantes de la peor facha atacando a la gente en
calles, plazas y domicilios sin autoridad que los defienda.
Por
último, se ha puesto a pensar entre los revocadores del SI, quién o quienes
tienen talento para gobernar nuestra ciudad?, seguiremos creyendo que la mudez
permanente, la sonrisa hipócrita, el entrecejo fruncido de nuestros candidatos
a la municipalidad o presidencia del país, el insulto procaz, la traición del
olvido, estarían en condición de asumir la autoridad?
No
suceda como dicen “iremos por lana y
terminaremos trasquilados”. Dicho de otra manera, votar por el SI nos lleva a
la equivocación más grande, puesto que el tiempo es el primer enemigo de
nuestra realización como ciudad. No lo pienses muchas veces, pon tu mano en el
corazón y en contacto con tu cerebro, piensa qué es lo que más le conviene a
una Ciudad de Lima….
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