FACULTAD DE ARTE DE LA CATÓLICA
(EB-19 setiembre 2011)
No confundamos las cosas. La frialdad con que se trata el tema de la PUCP y la pretendida apropiación del cardenal, no puede crear inestabilidad en las creencias religiosas de los millones de católicos, cuya fe no debe ser mancillada por comentarios superficiales, interesados y en algunos casos irónicos y malévolos.
Quienes profesamos la fe cristiana, lo hacemos por un principio de fe, sin razonar. La fe no es para razonar, es para sentirla, expresarla, practicarla. Tomar a Jesucristo como modelo de esa creencia es algo que se cultiva desde siglos. Hay buenos y malísimos cristianos, pero la fe cristiana nada tiene que ver con la actuación equivocada de algunos de sus practicantes, creyentes, fieles y prelados. El oropel, las muestras de soberbia, el enriquecimiento personal o grupal de las congregaciones religiosas, o las manifestaciones públicas de fe (Corpus Cristi entre muchas) no puede convertir en un festín de burlas y expresiones que no se basan en la verdad, el conocimiento histórico y las tradiciones cristianas.
El litigio que ha creado el Arzobispado de Lima en cuanto a la “propiedad” de la PUCP, no es nada nuevo. Donde haya encumbramiento, venias, protocolo y sobonería siempre estará un prelado que se cansa de la rutina de la oración, la penitencia, la humildad y la pobreza, que jamás practica. Los problemas que enfrenta el arzobispado, se suman a los mismos que meses antes se disputaron con la obra del joven sacerdote Padre Martín Sánchez en el llamado “Hogar de Cristo” en San Miguel, el del colegio “Santa Toribio” del Rímac, o el reciente con la Parroquia Nuestra Señora de los Desamparados en Breña. Ese afán usurero de querer manejarlo todo para hacer fortuna a costa de los diezmos de los creyentes, y del prestigio de estas instituciones, sólo puede manipularse desde una mente maquiavélica y nada cristiana.
Otro asunto es la existencia de la PUCP, la herencia dejada a ella por José de la Riva Agüero y Osma por el hecho de ser “Católica”. Personajes ligados a la historia de la misma: R:P: Felipe Mac Gregor S.J, el diplomático Víctor Andrés Belaunde, Agustín de la Puente y Candamo, Monseñor Fidel Tubino, Adolfo Winternitz, y otros, desde luego que no permitirían que se tocara el tema de la universidad preocupados de herir susceptibilidades.
Si la PUCP fuese una universidad más en el país, ningún interés extraacadémico despertaría sentimientos diabólicos para nombrar rector, opinar sobre las cátedras de los docentes, y aceptar a todos los que vestidos con las prendas de la Santa Inquisición andarían con cucurucho y todo controlando la vida privada de los católicos y no-católicos acercados a la universidad. Pero “el gran pecado” de la universidad católica es haber alcanzado el primer nivel de prestigio en el Perú, académicamente hablando, sumado a la adquisición de bienes muebles e inmuebles, la seguridad de contar con alumnado de primera por el resto de su existencia…entonces se convierte en una fuente productora de dinero y de prestigio para más dinero.
Las amenazas que vienen del arzobispado, que de no aceptar las exigencias del cardenal perdería los títulos de “Católica y Pontificia”, es sólo la punta del iceberg de todo lo que se pretenda con acusaciones de ambos lados, afectar el prestigio de la PUCP.
Personalmente y para finalizar, creo que a esta altura de la historia de quienes alguna vez pasamos por sus aulas, que la PUCP con el nombre que sea, jamás será considerada una institución mediocre, por los miles de profesionales egresados de sus claustros y que hace buen tiempo no sólo hacemos la historia del Perú, sino que la escribimos con talento, respeto, trabajo y reputación.
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