EL ARTE Y YO…Y EL ARTE
(EB-21 de setiembre de 2010)
Fue en Arequipa, en los años ‘50 cuando me interesé por las artes escénicas, la música y el canto. Estudiaba en el seráfico de los Franciscanos en el distrito de Tiabaya. Era entonces mi apoderado Fray José Francisco de Guadalupe Mojica OFM, un famoso tenor mexicano de la época de oro ordenado sacerdote y aceptado en
Mi deseo de tocar piano fue despertado por Fray Pacífico Lazo OFM, a la vez profesor de matemática del seráfico (entiéndase seminario), tan exigente en lo segundo como en la música. Pero el canto coral y la actuación fue mi mejor expresión gracias al P. Mojica. El arte escénico lo retomaría en Lima en el colegio “El Nazareno” (ya desaparecido) donde el club de teatro lo dirigían Flavio López Solórzano y Marcelo Damonte, después de haber interpretado varias obras y ganado concursos escolares. Posteriormente, mientras filosofaba decidirme entre la diplomacia, el derecho penal, y el arte como actividad para el resto de mi economía mundana, me acerqué más al escenario con Reynaldo D’Amore en el Centro Peruano de Teatro que entonces funcionaba en el sótano del antiguo cine Le París de Av. Colmena en Lima. Allí pasé varios años improvisando, aprendiendo técnicas con Vlado Radovich, German Vegas Garay, el mismo D’Amore y algunos otros que la memoria no recuerda. Entre mis compañeros de actuación se encontraba Cucha Salazar, Gladys Flores, Kiko Ledgard…y tantos célebres que se dedicaron a ello…pues yo ingresé a
Las vueltas que da la vida, con el transcurrir de los años, muchos de mis compañeros del seráfico llegaron a ser los religiosos superiores de los conventos de
Lo que mi padre nunca supo, es que me hubiera gustado ser un sacerdote franciscano misionero en algún lugar recóndito del Perú o del mundo, viviendo en las mismas condiciones que mis fieles creyentes y dando ejemplo de pobreza, humildad y castidad que muchos han olvidado con las tentaciones que a menudo ofrece nuestro estremecido
mundo actual.
Ahora que los años han pasado como quien cierra los ojos…entiendo que hay cosas que no aceptaría como: levantarme temprano cuando deseo descansar; acudir una invitación porque quiero ser amable con quien la hace, aplaudir lo que no me gusta, pasarle la mano a alguien porque es mi jefe, callar y guardar lo que quiero expresar con palabras, considerar que estoy siendo maltratado y soportarlo; hacer, tomar, comer lo que me desagrada; impedirme hacer lo que me place, angustiarme por la vida de los estúpidos, cambiar mis ideas de la noche a la mañana para agradar a mi interlocutor, aceptar propuesta que van contra mis principios, irritarme con alguien ignorante, aplaudir la vulgaridad, la malacrianza, la falta de tino y educación; burlarme del humilde, dejar de afeitarme, asearme y cuidarme cada día; no leer, pintar, pensar y amar todavía….
Así quiero permanecer en esta oficina de artefactos cada vez más sofisticados para engatusarnos y abandonar nuestra función primordial el ser siempre más humanos que robóticos, más piel y hueso que tecnólogos, más espiritual que materia, menos palabras y más acción hasta que el cuerpo aguante…entonces venderán mis ropas, mis pinturas, y si pueden mis libros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario