(EB-10 diciembre 2009)
Permíteme encontrarnos cada noche
después de las diez
cuando el búho lee
y la luna llora…
Permíteme llamar a tu puerta
para sonreírte vivo o muerto
apresurando la elegancia
de tu última mirada…
Así será menos dramático
convencernos
provocarnos
maquillando calladitos
tu rostro y el mío…
Permíteme caminemos
por el único sendero
donde los helechos crecen
a la orilla del río…
Así enciendes
la llama de mi pasión
en el friso frío
de tu templo tímido.
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