UN CASO PARA HACERNOS MEDITAR
(EB-3 de diciembre de 2008)
Con sistemas muy usuales hoy, ya es grave apropiarse del dinero de una empresa privada; se torna “gravísimo” cuando la fechoría, se logra con el dinero de todos los peruanos. Porque así como existe el patrimonio histórico, cultural, étnico, familiar. etc. hay un patrimonio económico que constituye fondo de emergencia en caso de una catástrofe nacional. Dilapidar, apropiarse, usufructuar, robar ese patrimonio, debe ser sometido al más cruel de los castigos para ejemplarizar a las generaciones venideras.
Lo que sucede, es que se ve natural que parlamentarios, y los otros poderes se encubran para apropiarse en cada gobierno de las riquezas del Estado, sin importar cómo viven o cómo solucionan sus problemas los otros peruanos.
Dicen que el Perú está hoy en su mejor momento económico. Malos ejemplos (que la historia registra a medias tintas), parece prepararnos para ver las cosas desde otra óptica, de mejor manera. Familias enteras se enriquecen con la explotación, el robo, la trafa, y la indiferencia o vista gorda del poder judicial, quienes son los indicados de aplicar castigos que la ley señala,
Hasta el poder judicial está corrompido con otros estamentos de la variopinta gama de gente que recibe honorarios y sueldo del Estado Peruano. Ayer y hoy los peruanos vemos con la naturalidad con que los ladrones de saco y corbata se presentan ante el poder judicial como víctimas de acusaciones. No aceptan su culpabilidad, lo niegan todo. No hay documento visual, auditivo o gráfico que sirva como prueba. Cualquier pretexto es bueno para eludir a la justicia. Luego viene el seudo encierro que termina siendo un juego de meses o semanas con goce de privilegios dentro de una cárcel dorada.
En los careos del “señor” León Alegría, su hija no sabe nada, su hijo es inocente, los faxes los han inventado, los audio están fuera de contexto, la inocencia es tal que le obligó a vivir clandestinamente, el show televisivo es incipiente ante el propio show del acusado frente a la prensa. La sangre en la cara se ha esfumado, la dignidad está ausente, el apellido es uno más. Y como todos los casos de nuestra historia republicana corrupta, el “señor” en mención terminará siendo elegido nuevamente parlamentario, ministro, o enviado por algún gobierno como representante diplomático a cualquier incauto país extranjero. No nos llame la atención que vacacione en Cancún, Aruba, Niza, Costa Azul o Miami y disfrute de mansiones, autos y recepciones como si nada hubiera pasado en su vida.
Ahora entiendo que seremos un gran país cuando aprendamos como los antiguos peruanos, o como algunos otros países del mundo en pleno siglo XXI que aplican la pena de muerte, la cadena perpetua, la mutilación, para que moralizando el territorio, aprendamos a respetar cristianamente los derechos de los desposeídos, de los que están lejos de las leyes, de los que nunca tienen padrino, de los que no llegan a consumir prebendas del Estado. Entonces podrá desaparecer el índice de pobreza, no hablaremos de secuestros, de marcas, de otras tantas y recientes satánicas maneras de burlar la moral y la ética a costa de los muchos, para enriquecer a los pocos.
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