MIEDOS Y
TEMORES
Nunca he vivido en un lugar donde los
miedos y temores sean pan de cada día. Aquí en nuestro amado Perú si no te
asaltan en la calle, lo hacen en tu domicilio, sino en tu escuela o camino a
cualquier parte. Ya no hay un solo espacio donde formando nuestro nido personal
o familiar no seamos víctimas de los malos peruanos que sonámbulos y en busca
del dinero fácil, se enfrentan a la gente lanzados por la avaricia y la
delincuencia pura.
“A Dios rogando y con el mazo dando”,
es un dicho que se presta para calificar a empedernidos delincuentes que vienen
cargando en el cuello cruces, o tatuajes en su cuerpo de santos, vírgenes y
ángeles. Como si lo celestial no tuviera que ver con su moral y el respeto por
los bienes y la vida ajena. Ya no sabemos si quienes nos asaltan son miembros
de toda una familia, “batería” de un grupete amical, o miembros de la misma
policía actuando a espaldas de su propio juramento.
Recuerdo que en los años 80’
empezamos a proteger nuestras viviendas con rejas. Fue el negocio de los años
para los herreros y la dramática vida de los enrejados. Además, el terrorismo
volaba torres, casas y edificios con una insanía tan impropia como la nostalgia
mala. Así aprendimos a vivir entre rejas y solitarios. Hoy además que contamos
con la inseguridad en nuestras puertas y ventanas, de nuestras joyas y
artefactos, de nuestros guardados dineros, o de nuestro auto o mototaxi,
también tenemos inseguridad en nuestra vida que simplemente puede volar en
cualquier momento como un relámpago.
Sin duda la falta de oportunidades
para todos por igual, nos conduce a esto. Hay quienes tienen demasiado y los
que no tienen nada. Pero no se trata de dinero solamente, sino de los que no
tienen oportunidades de estudio, trabajo, una vivienda digna con todos los
servicios, etc.
Los delincuentes de uno y otro lado.
Sí, porque los hay con terno y corbata, y los que andan casi sin zapatos. Los
que tienen oportunidades de acceder a colegios y universidades privadas, y los
millones que no pueden ni siquiera acceder a la escuela de su modesto barrio.
Así y bajo este régimen estamos marcando mayor distancia y más delincuencia. El
Perú no ha tenido hasta hoy un gobierno que unifique a los peruanos. Que todos
tengamos lo suficiente para desarrollarnos y que la ostentación y derroche sea
capítulo aparte o tema de privacidad de quien lo disfruta. Se avecina una
incesante cascada de vientos huracanados de delincuencia, que como flechas
atacarán a cada uno de nosotros si es que no mejoramos y cambiamos las cosas
para bien de todos.
¿Qué hacer para que todo esto cambie
en bien de la sociedad peruana?...¿Cómo evitar que cada día más niños y jóvenes
se sumen a la delincuencia?...¿De qué manera evitamos que los miembros de la
policía, los políticos y el poder judicial se enriquezcan actuando de manera
incorrecta y a espaldas de la ley?...Son preguntas sin respuesta, que como un
juego misterioso cada peruano debemos resolver.
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