FIESTAS
PATRIAS BUSTAMANTE
El ser humano tiene
diferentes maneras de festejar la patria. Algunos somos más frágiles en las
emociones y llanto, otros son más festivos, como que juegan con lo que
sorprende y lo que venga por allí. Mis padres eran de los primeros, emocionales
dilatando nuestro amor por el Perú, en medio silencio, caminando con todos y
sin herir a nadie en sus costumbres.
Cuando éramos chicos y con
los hermanos de papá(Magda, Dora, Rosa, Leonor,. Kike y Alejandro), pasábamos
las fiestas en Puente Piedra. Recuerdo aún que era un paradero llamado Arica,
por el cerro que tenía similar forma al famoso morro de la historia nuestra.
Era un inmenso territorio cultivable de los tíos Andrea y Apolinario Calero.
Aprovechábamos las fiestas para devorar fruta hasta el hartazgo. Corríamos por
los frutales y los cultivos a caballo o a pie, pero con entusiasmo inigualable.
Sacábamos agua del pozo y la trasladábamos a casa en baldes de madera. En la
sala, ya en horas de la tarde nos distribuíamos alrededor de la señorial mesa
para tomar lonche y escuchar música en un gramófono con bocina RCA Víctor
(Radio Corporation of América) novedad de la época y equivalente a los
tocadiscos de hoy. Allí los muchos discos de música criolla y clásica, eran el
deleite de todos al morir la tarde. Una cena frugal y a dormir, para seguir
viviendo al siguiente día, la alegría con libertad a borbotones.
Después el camino hacia ese
lugar fue desapareciendo de nuestra mente. La migración del interior del país
comenzó a poblar la carretera Panamericana hacia el norte donde se ubicaba
nuestro pequeño pueblo. Entonces, aprendimos a creer en papá que decía que la
ciudad se embanderaba porque el 27 de julio era su cumpleaños. Al tiempo
descubrimos que se embanderaba porque rendíamos de esa manera honor a nuestra
patria. Nuestras fiestas patrias empezaban con una cena a papá en nuestra casa.
Llegaban amigos guitarristas de los grupos criollos vigentes entonces. La
comida era exquisita preparada por nuestra piurana madre Victoria. Tampoco era
costumbre nuestra quedarse de amanecida y bebiendo a mares. Nuestro padre nos
enseñó que el licor y los amigos son para la calle, no para nuestra casa,. El
28 de julio, como hoy, amanecía un tufo de alegría indescriptible en la gente. Entonces
aprovechábamos para ver por televisión el Te Deum en la catedral de Lima, y el
discurso del presidente de la república. Al día siguiente (29), a papá le
gustaba que también en televisión, observáramos el desfile militar, porque en
su familia muchos integraron esa institución castrense a través de la historia:
y nos hablaba de la entrega de ellos en los conflictos, guerras y batallas. Por
allí desfilaron el coronel Martín Valdivia, . el Dean Juan Valdivia y Cornejo,
el General Enrique Bustamante y Aguilar, y otros tantos, por citar algunos, que
la historia los recuerda cada cierto tiempo. Los demás días de julio eran
nuestras vacaciones del colegio cuando pequeños, y de la universidad, cuando
grandes.
No era costumbre de nuestros
padres salir a recorrer parques y avenidas con toda la prole, ni asistir a
concentraciones humanas porque imagino yo, predisponían a la multitud, a
cualquier laberinto no programado en nuestra agenda. No recuerdo que se nos
haya obligado a hacer lo que no era costumbre en la familia, por ello hoy en el
2015, todos mis hermanos y yo, seguimos siendo ermitaños de la patria en
nuestro propio nido familiar.
Fuimos y somos peruanos para
caminar diariamente con un sueño amoroso por el Perú de nuestros antepasados,
por la instrucción que recibimos, y por la savia genial que corre por nuestras
venas. No conocemos de racismo ni de supersticiones, somos creadores de
nuestras propias imágenes trasmitidas de generación en generación por nuestros
ancestros familiares y por los que les antecedieron. Nos enseñaron a mirar a
los hombres, sin murallas que escalar, y sin apodos que bautizar. En nuestra
casa el humilde servidor, siempre tiene el mismo trato hacia la dirección que
vamos todos.
Creo que así es como se
construye Perú. No corriendo en dirección opuesta a los otros peruanos, no
construyendo precipicios para que los demás caigan, no destruyendo la vida de
los demás con mentiras, ni despertando odios entre nuestra prole.
Hoy el Perú es un país
próspero, pero faltan millones para que esa prosperidad también les llegue. No
creemos guerras para separarnos, tomemos la bandera de paz para regalarla a
todas las regiones, algunas fuertemente dolidas, abandonadas, descuidadas.
Hagamos que nuestras palabras frente a otro peruano no continúen siendo secas.
Aprendamos a estirar la mano para que las Fiestas Patrias cada año venidero,
sea el despertar de una nueva conciencia en nuestro corazón de peruanos…. ¡Viva
el Perú!
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