Fuente: www.skyscrapercity.com
LIMA SIN HISTORIA
(EB- Diciembre 2013)
De
unos paseos por la parte del cercado de Lima, he visto que arrancan y destruyen
las casonas para levantar los espantosos edificios multifamiliares que surgen
en una ciudad, otrora modelo de
arquitectura y de buen vivir. Todos somos libres de devorar con apetito
desmedido la belleza de una ciudad en decadencia. Como si arrancáramos las
flores del parque, una a una van muriendo las casonas al ritmo atropellador del
cemento y arena.
Cuantas
historias y leyendas se van destruidas con ellas. Cuantos ojos que miraron esta
ciudad entre la niebla del invierno y el radiante sol del verano. Cuanta música
peruana corrió por calles y avenidas. Cuantos amantes se inmolaron en las
esquinas ante sus caprichos. Y cuantas lenguas vituperaron el domestico vivir
de los vecinos. Así se destruye una ciudad para levantar otra. Con el tiempo
destruirán la alzada para construir o destruir otra aún diferente, de acuerdo a
la moda. Gracias al cielo que esta vez se vive en la superficie de la tierra y
pronto se vivirá en los túneles subterráneos de la vergüenza ajena.
Hay
un bosque de ventanas y portones, de vidrios y rejas, de tablones y vigas que
lloran en su momento interno la maldad de quienes las abandonaron y la
esclavitud de no respetar su edad, su tiempo, su entrega a un inquilino que
hizo de ella y en ella lo que su conciencia como semáforo agitó sus más íntimos
deseos. Hay paredes de quincha y adobe, y algunas más recientes de cemento y
losetas que van siendo destruidas por el asfalto cruel y los departamentos
empequeñecidos por los relojes agonizantes del tiempo y la nada. Cada vez
habitaciones más pequeñas, soluciones más prácticas, menos espacio total, y un
vecindario ajeno, esquivo, crítico, que como guadañas se han refugiado en ellos
para ser castigadores crueles del vecino de al lado.
Pareciera
que todos los edificios los hubiera “diseñado” el mismo arquitecto, con pereza
creativa, con ahorro de materiales, como himnos de cemento y bloques donde la
equivocación echa a perder el sentimiento de quien allí vive o habita.
Líbrame
Señor de habitar en alguno de ellos, donde mi piel con mal de altura castigue a
mi cerebro frente a un delantal de la pequeña cocina.
Aburridamente,
desde mi modesto taller, veo un séquito de edificios surgir a mi alrededor y
hacia el norte o hacia el sur de mi ciudad. Lima, elegante, palaciega, con
quintas llena de jardines, glorietas, estatuas y flores. Lima, mano estirada y
abierta para recibir al visitante. Lima la ciudad construida en el desierto, le
faltan algunos días o meses para que su atractivo como ciudad se pierda en la
uniformidad de los rascacielos, que se atraviesan en nuestro diario andar sin
pena ni gloria….como si a sus dueños les hubiesen borrado el DNI de su
identificación personal.
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