VOLVER A NACER
(EB-13 de octubre de 2010)
Volver a nacer es lo que vivieron los trabajadores de una mina en Chile, recientemente. Es que Atacama al norte de este país, aprende a vivir con los 33 mineros rescatados en un milagro histórico, que sólo puede explicarse a través de la fe de los que estaban prisioneros en las entrañas de la tierra y los que desde fuera elevaban igualmente plegarias a ese Dios en el que creemos. La Armada chilena fabricó la cápsula para el rescate. El presidente Sebastián Piñera estuvo en el lugar del dolor y la angustia, como debe hacer siempre un mandatario: estar al lado de su pueblo, de los desposeídos, de los humildes, los que hasta el destino les es adverso. Los 33 mineros rescatados, ya no importa sus nombres, sólo que el conjunto de esos hombres, avivaron el Campamento Esperanza de Copiapó, sin despertar el morbo, ni el dolor de esa prensa amarilla que tanto allá como acá y en todos lados, utiliza cotidianamente del sufrimiento de otros para su provecho económico.
Millones de personas en el planeta frente al televisor, apreciamos cada día los avances para el rescate, y aprendimos que la familia es tan importante en los momentos difíciles por los que atravesamos. También valoramos al minero boliviano que prefirió quedarse en Chile, a pesar que su presidente Evo Morales en un desliz populista le ofreció regresar a su país y obsequiarle una vivienda. Lo que los hombres debemos entender de este humilde minero, es que patria es el lugar donde se te valora, te brinda un trabajo, y si eres artista o intelectual, te aplaude.
Lo sucedido en Chile ha servido parta que el presidente Piñera se haga conocido como mandatario en el mundo, que el pueblo de Chile tiene millonarias cadenas de solidaridad para con sus connacionales, y que la oración unida a la fe, hace de los hombres una vida más llevadera. Lo sucedido en este país sureño debe ser grabado en la memoria de los peruanos, porque siempre es bueno preguntarse si de suceder una desgracia como esa en nuestro territorio, están nuestras autoridades preparadas para hacerle frente. Pero más grave aún es si seguiremos permitiendo que las transnacionales dejen de lado a los individuos por la explotación indiscriminada de nuestras riquezas naturales, y particularmente la de los metales. Si aceptaremos que como en Cerro de Pasco se intoxique a nuestros hermanos peruanos con ácidos y otros, que contaminan nuestro aire y nuestras aguas. Pero más grave aún, si permitiremos en pleno siglo XXI que nuestros humildes mineros sigan trabajando en condiciones cavernícolas propias de un país que no tiene leyes que protejan su tarea dignamente, evitando que cada cierto tiempo, la tierra se trague sus cuerpos maltratados por la explotación, el abuso, y la desidia de autoridades incompetentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario