CONOCIENDO EL AMOR
(EB-16 NOVIEMBRE 2010)
El sabio dijo: “Conócete a ti mismo”. Conocerte hasta quedar saciado, satisfecho y aplacado. Porque el conocerse, no sólo está en la mente, sino también en el corazón y el espejo de las personas. Si te conoces a ti mismo regarás lo que está marchito y te alejarás de lo que te hace daño; volverás aromático lo que de bueno tienes; tomarás fuerzas en tus brazos para expresar lo que guardas; ascenderás cada noche para buscar los mejores pensamientos para la persona amada.
Si no te conoces, tu melena crecerá cargando lo doloroso que es no aceptar tus errores, tus debilidades, tus precipicios, tus creencias absurdas, tus méritos ajenos, tu huida de ti mismo. Si no te conoces, jamás aceptarás un consejo, ni te interesará encontrar la luz de tus actos fallidos, ni podrás tocar a nadie con un beso. Si no te conoces, el equilibrio siempre estará ausente, lejano, inalcanzable.
Cuando hayas introspeccionado tu alma, tu cuerpo, tus acciones, tus defectos, tus virtudes, tus tristezas, tus alegrías, tu mente cerrada, tu rostro fingido, tu sombra lejana, tu sonrisa tirada….entonces estarás en condición de encontrar a quien llaman “alma gemela” porque te vincularás a ella con eso que los humanos hemos llamado “amor”. El amor es fantasía, es aroma de flores, secreto en el oído, sueño de madrugada, caricia voluntaria…es rocío de la mañana, cafecito de charla, espacio lleno, pluma coloreada, sangre pasional, pies en una playa, mar azul, horizonte cercano, y besos que reinan por siempre en el lugar más hermoso y más bello que los hombres hemos construido en lo más profundo de nuestro corazón y nuestra mente para la persona amada.
Con cerebro no hay amor. El corazón es quien encierra herméticamente el encendido afán de compartir con otro(a) yo, nuestro propio yo. No culpemos a nuestro corazón de lo extasiado que vive el amor…él solo palpita y se acelera cuando disfrutamos de ese vínculo…él sólo queda extasiado cuando sus manos y las nuestras se tocan…él sólo es prisionero de lo que siente, lo que gusta, lo que huele, lo que toca, en el mejor de los propósitos: amor.
Entonces húmeda la vida o secándose por los años, aprendemos a tener seguridad, compañía, afectos diferentes, lentas perturbaciones agradables de cada momento vivido. La vida se hace más llevadera. El corazón clama con entusiasmo seguir latiendo, y el mundo que era apagado se enciende cada mañana para vivir lo inesperado: una llamada, un escrito, un arco con flechas para atravesando nuestro corazón, decirle a Cupido que es hermoso el viento perfumando nuestros cuerpos y aliviando nuestra noche, gracias al amor.
Al caer la tarde, nuestras mejillas seguramente se mojarán, como moja la lluvia los poblados…allí entenderemos finalmente cuán grande es el amor, y qué hermoso haberlo vivido. Sin buscarlo desesperadamente, sólo mirando nuestro camino…el que la vida nos dibujó para el recorrido…encontraremos el amor con rostro, viene con música… tiene el brillo del más hermoso cristal, el aroma del más perfumado campo de flores, y la otra mitad de nosotros que debe empalmar para que la intimidad sea intensa y la soledad sea un canto que acariciará el resto de nuestros días.