LA PALABRA DEL MUDO
(EB-setiembre 3 de 2010)
La palabra del mudo es lo que esperamos, quienes un día cometimos el error de elegir alcalde de la gran capital, a un afuerino personaje, lejano a la historia de Lima. Eso lo demostró cuando ignorante una vez más, trasladó sin respeto la escultura de Francisco Pizarro a un depósito, para en su lugar, crear la Plaza de las Banderas. Olvidó que el generalísimo José de San Martín nos enseñó que siendo nuestro origen español e indígena, debemos fusionar en un sincretismo de respeto, nuestra nacionalidad como peruanos. Entendido de otra manera, somos mitad indígena y mitad español, y no podemos rechazar a ninguno de los dos ancestros.
Después ha devenido en mudez un alcalde que nos coloca al frente a uno de sus subalternos, y se oculta en el silencio que a la fecha ha llegado a ser profundo. Estamos habituados a escuchar explicaciones de segunda boca, sin preguntas de nuestra parte, y naturalmente en monólogo permanente. Eso me hace pensar que si como alcalde Castañeda no pide permiso, no dialoga, no comparte sus proyectos con los pobladores de la ciudad de Lima, será peligroso y terrible elegirlo presidente de la república, pues corremos el peligro de terminar en una tiranía, similar a Venezuela, Cuba y otros desgobiernos disfrazados de democráticos.
Sumado al mal manejo de los fondos municipales en la construcción de puentes, lagunas, piscinas, edificios, jardines y otros aderezos arquitectónicos que representan a la comuna y al país una inversión anómala, pues no se sabe con exactitud cuánto se presupuestó y en cuánto se ha terminado de construir. El caso “Comunicore” es un escándalo internacional, que el alcalde se hace el sordo y la víctima. Al final, de su tesoro municipal sale dinero que él dice ignorar quiénes lo manejan, cuánto sale, y para qué se dispone el monto.
Punto aparte es la inexistente preocupación por las casonas de Lima cuadrada, la mutilación de excelentes expresiones arquitectónicas de varios siglos. No hay interés por la restauración, ni por poblar de empresas, cafés, restaurantes, galerías de arte y otros, al centro de Lima para que de allí emerja una ciudad de atractivo turístico mundial recuperada. No se ha balanceado qué importante para el Perú es atraer al turista extranjero, hacia una ciudad que se muestra como tal desde etapa pre-inca, hasta nuestros días. Recuperar quintas, callejones, solares, iglesias y conventos, edificios de fina construcción y calles, debe ser la función del nuevo alcalde. Poner Lima en el primer lugar de las ciudades de América latina, será la mejor tarea a la que se avoque quien salga elegido por los limeños en octubre.
Y para alcaldes como el “mudo Castañeda”, sólo queda decirle que si desea postular a otro cargo político, tenga la valentía de no lavarse las manos, no enviar a sus secuaces para explicar lo que él no explica, y decirnos el por qué su hijito ahora postula también a un cargo político.
Deben entender el “alcalde mudo” y el nuevo alcalde de Lima que les corresponde ver la seguridad ciudadana, el tránsito, y otros problemas que tiene la ciudad. Pues de continuar la cosa así, la solución es: o nombrar un alcalde sólo para Lima cuadrada y otro para la ciudad además de los distritales, y que los ministerios asuman las tareas que según Castañeda no competen a la municipalidad; de esa manera evitaremos confiar a un inepto la duración a través del tiempo de nuestra ciudad capital, perdiendo todo el potencial en turismo, progreso, dinero y fuentes de trabajo para los limeños. Muchos viajes del “alcalde mudo” han servido sólo para copiar la arquitectura moderna, olvidándose que el “Damero de Pizarro” tiene una riqueza cultural que gracias a él se ha seguido deteriorando. Por suerte ya no lo veremos al frente de la alcaldía, y Dios quiera que quien ocupe su sillón, sea más comunicativo o menos comunicore…
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