LO BELLO Y LO FEO
Dicen
que lo bello es aquello que atrae nuestros sentidos, es decir, que nos damos
cuenta que existe, por la armonía de las partes y la perfección del todo. Es lo
que otros reconocen como la excelencia. En cambio lo feo, es lo que carece de
esta, que tiene aspecto desfavorable, por lo que causa aversión.
La
historia nos ha brindado ejemplos de ambos conceptos. Por ejemplo cuando se
habla del paraíso terrenal en la biblia cristiana, se nos promete una tierra
paradisíaca restaurada en la plenitud de su belleza para deleitarnos en y con
ella. Cuando damos una mirada a Grecia antigua, las artes estaban consolidadas
con la redención de una belleza creada por sus propios cánones estéticos. El
cuerpo humano en función de la arquitectura y nuestros sentidos para apreciar y
disfrutar de lo creado por la mano y el talento de los artistas.
El
la Roma antigua era obligatorio continuar con las reglas de la belleza
explicada por la filosofía y el buen gusto estético que les antecedía. Así
llegó el hombre a la Edad media y como consecuencia de ello a la Edad moderna.
El renacimiento italiano no fue otra cosa que revivir la belleza del pasado
clásico y resucitar en cierto modo la escena de belleza que nos legaron los pueblos
antiguos de occidente.
Modernamente,
parece ser que esos cánones se han confundido o se han distorsionado por decir
lo menos. El ser humano de nuestra época se siente bello en su juventud, y cree
que los adultos mayores no poseen la belleza que dan los años y la experiencia.
Hoy se concibe la belleza como un cuerpo perfecto en sus formas y medidas,
aunque el intelecto sea asunto de tercer plano. Más aún, todos están a la
búsqueda de una belleza física de espaldas a lo bello. El Apolo y la Venus de
la antigüedad, no se reflejan en los jovenzuelos que placenteramente confunden
lo bello con lo cursi, lo huachafo y lo vulgar. Otros pretenden mostrar la
fantasía de su belleza personal en la fotografía y la pornografía baratas.
En
las redes sociales hay un desmedido y poco inteligente actuar mostrando la
fealdad de lo humano cuando se trata de aparecer lo más feo posible con gestos
faciales, o poses corporales de los actores. Existe un desmedido afán de
mostrarse “original” imitando lo que otros mal hacen. Los selfie son la
caricatura del amontonamiento para deslucir lo bello, ajeno a la multitud. Las
fotos de mujeres embarazadas mostrando su vientre dilatado es una corriente
fotográfica pasada de moda en los lugares donde se originó. Las poses de
vedettes o divas mostrando las intimidades del cuerpo, pasaron de moda y
dejaron de ser auténticas por tanta copia.
Quienes
desean aparecer como “estrellas” de la película de moda, pecan removidos por un
cerebro en crisis. Las fotografías de los recién nacido no dice nada de la
belleza del bebé y de seguro que cuando grande detestará esa fotografía. Hay un
afán de aparecer en primera plana, en contra del espíritu y la inteligencia.
Hay una carencia de armonía como que profetiza tiempos peores. Hay una
caricatura de pecadores de la belleza para escribir los más solicitados tomos.
Entonces la belleza se abarata y los cánones se pierden porque la ignorancia es
suprema y pluralista.