Fuente: http://www.elblogsalmon.com/sectores/para-poner-el-grito-en-el-cielo
VIDA DE FARMACIA
Estar de pie y con sueño. Hablar de pie y querer dormirse. Sentarse a esperar y quedarse dormido Es la tragedia de un despistado ciudadano, que vive sólo para dormitar. Así pasan la vida muchos, entre dormidos y medio dormidos. Entre conscientes e inconscientes. La vida se les va convirtiendo en sombra y se les ausenta la luz. Amanecen y anochecen como mutilados por el reloj, como encima del planeta que los alberga, y el paisaje que borroso, trata de matizar los colores a capricho del durmiente.
Así no existe la entrega limpia a la vida. Después del lavado mañanero, se ausenta la ternura y la timidez y se revuelca en juegos camino a la muerte. Así lo vivido se convierte en nuestro juguete preferido, y nuestros bolsillos se van llenando de la voluntad que no queremos usar, y de la leyenda que se nos dibuja en el horizonte como un diploma en una pared de la oficina.
Entonces el motor ejecuta los caminos, las actividades y las formas del corazón contento y complacido con el trabajo cotidiano. Así la tarea de cada día se convierte en la rutina del semáforo de nuestra mano izquierda. En la dura realidad del tiempo perdido, de los segundos que nuestros ojos se cierran para olvidar el momento y ausentarnos de una realidad ignota, incomprensible, inubicable. Al despertar nos vemos en un hueco donde nuestra frente transpira y parece llover angustias y vergüenzas en nuestras mejillas. Salir de él, es ajeno a nuestra voluntad. Despedirnos de él, sería el sin rostro de la estrella que aún ilumina la noche del sueño, danzando a escondidas.
A la mañana siguiente una sonrisa se exila en las tinieblas de nuestro cerebro, para repetir la escena teatral de los días anteriores. Entonces nuestra piel se vuelve húmeda, la poesía del despiste escribe con mortificante verbo, la misma obra teatral de todos los días:
Estar de pie y con sueño. Hablar de pie y querer dormirse. Sentarse a esperar y quedarse dormido Es la tragedia de un despistado ciudadano, que vive sólo para dormitar. Así pasan la vida muchos, entre dormidos y medio dormidos. Entre conscientes e inconscientes. La vida se les va convirtiendo en sombra y se les ausenta la luz.